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06/12/2005

Comentarios

javier

El tal Javier se apellida Rey de Sola. Y a mí que me parece que Rajoy encarna el verdadero progresismo...

Miguel Veyrat

Sí, refugiarse en una torre de marfil puede ser una manera de huir de la realidad o falta de coraje para afrontarla: suele derivar en onanismo. Para que el amigo Javier de ignoto apellido tenga algo de información suplementaria, le copio el final de la columna de hoy de mi amigo Justo Serna, profesor de historia contemporánea y escritor, recomendándole que si puede la lea entera, está colgada en la red:
"En su discurso en la Puerta del Sol en defensa de la Constitución (de 1978) decía Mariano Rajoy que “nosotros no vivimos mirando hacia atrás. No escarbamos en el pasado ni para dividir a los españoles ni para desenterrar ejecutorias de privilegios. No hablamos el lenguaje antiguo de los derechos históricos, las soberanías medievales o los pueblos irredentos”. Está bien que se empleen esas palabras. Ya sé, ya sé que ése fue un acto de partido y que, como tal, resulta extraño, inaudito, que una sola organización política reivindique así, aparatosamente, la permanencia de la Carta Magna, texto legal que estaría en supuesto peligro. Pero permítanme celebrar las palabras de un político tan conservador como Rajoy, pues está bien, está bien que la derecha española hable ese lenguaje, que se desprenda del canovismo que le es tan querido, o del ‘realismo’ del viejo Borbón, o del carlismo con que en ocasiones tontearon sus antepasados, y que postule sin matiz el constitucionalismo. Pero, atención, que no olviden sus actuales representantes que ese lenguaje constitucional es fruto de una revolución histórica que se remonta al siglo XIX y que el pasado de violencias que lo acompaña no es algo tan fácilmente desechable, que no olviden que la Constitución también nace de la sangre y de la destrucción, de la lucha contra los privilegios, que la Constitución no tendrá asiento si una parte de los españoles se apropian de su letra para alarmar a quienes ejercen sus derechos tranquilamente desde hace décadas. Y lo seguiremos haciendo". Adivinanza, ¿quiénes son los melifluos y quiénes los angélicos, don Javier?

javier

¿Por qué se hablará tanto de cambiar la Constitución? Yo no he conocido nunca a nadie, fuera de la esfera político-mediática, que manifestara la necesidad de meterle mano (sic) a sus artículos. Será que uno vive en su torre de marfil...

Miguel Veyrat

Precioso comentario. Solamente no estoy de acuerdo en que la Constitución esté en peligro. Julia debe seguir leyendo diarios y columnas de política nacional e internacional, pero "todas". En todo caso, siempre se puede enviar a un abad de confianza a la Virgen María para que, conjuntamente, dictaminen "el caso". Verán, verán el resultado...

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