La prensa europea se rasga las vestiduras: ¡Ayaan Hirsi Ali es una mentirosa! ¡Además pone en peligro a sus inocentes vecinos! Debe, pues, marcharse con viento fresco a que la maten en otra parte, por ejemplo, a Estados Unidos, que está lleno de infieles y de renegados. Además, la muy perversa, ya había "perdido" al pobre Theo Van Gogh con sus guiones falaces. Vamos, que ni Rigoberta Menchú, sólo que a ella no le van a dar el Premio Nobel, ni las grandes defensoras de la libertad que son Pilar Bardem y compañeras mártires, le entregarán nunca rosas blancas; para merecer tal honor tendría que haber mentido a lo grande y tener un repertorio de muertos algo más más amplio en su haber, por ejemplo 817; y haber secuestrado a unas 77 personas, ¡ah! y haber dejado un reguero de mutilados, huérfanos, viudas y amigos desolados a su paso.
Leo en Le Point, semanario francés nada sospechoso de izquierdismo, que la mentira de Hirsi Ali (según ellos no sólo mintió sobre su nombre y fecha de nacimiento, sino sobre ciertos datos de su biografía) "puede poner en entredicho la causa que ella defendía: la emancipación de las mujeres musulmanas". ¿Asombroso, verdad? Pues esto dicen, negro sobre blanco y está a disposición de quien quiera leerlo. Ya saben: "Hirsi Ali ha mentido, Hirsi Ali es musulmana, , luego todas las musulmanas mienten". Es mentira que hay ablación del clítoris, mentira que no tienen derechos civiles, mentira que están sometidas a sus maridos en todos los aspectos de su vida, mentira que tienen que abandonar la escuela cuando tienen la menstruación, mentira que las pueden lapidar por adúlteras con el solo testimonio del marido, mentira, en fin, todas las monstruosidades que conocemos sobradamente gracias entre otros a Hirsi Ali y que acaban de ser negadas por un silogismo de primera clase, porque esa tal Hirsi Ali ha mentido sobre su nombre y su edad. Todo ha quedado invalidado por esa espantosa, imperdonable mentira.
No se merece orquídeas esta nueva miss Blandish, ni tulipanes negros ni siquiera las hermosas rosas blancas que las grandes actrices españolas han ido repartiendo por doquier estos días para celebrar lo buenos que son nuestros queridos asesinos, nuestros admirados terroristas, dispuestos a firmar el "alto el fuego" " (¿pero es que les hacíamos la guerra?) si nos ponemos todos de rodillas.
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