Ayer, a sólo 24 horas de que Jorge Semprún inaugurara en Madrid el Congreso sobre la Guerra Civil, diciendo tonterías de a puño, un grupo de amigos y admiradores homenajeábamos a su hermano Carlos en un restaurante madrileño, con motivo de la presentación de su libro, A orillas del Sena, un español… publicado por la editorial LibertadDigital/Hoja perenne. Se trata de la segunda parte, más bien continuación, de sus memorias, cuya primera entrega, El exilio era una fiesta, se publicó en Planeta hace ya unos cuantos años. Ahí, Carlos Semprún ya esbozaba lo que es aquí la tesis principal: que su hermano Jorge, también conocido por “Le beau Georges”, ocultó ciertos hechos nada favorables a su imagen de magnífico en todos los sentidos, mientras estuvo en Buchenwald, experiencia que constituye el elemento principal de sus obras más exitosas y que le ha convertido en una figura legendaria. Muchas de las cosas que dice Carlos Semprún sobre su hermano en este libro, aunque también muy graves, no son tampoco nada nuevas, pues fueron objeto de una acerba polémica hace unos años, en Francia, entre Jorge Semprún y la viuda de Jacques Antelme. Pero todo esto ya lo había avanzado Carlos Semprún en muchos de sus artículos de Libertad Digital y lo cuenta por lo menudo en este libro así que no me voy a extender mucho más.
Por supuesto habla también de otras cosas, pero si destaco ésta es para explicar la razón por la cual considero que este libro debería armar mucho revuelo en la república de las letras. Otra cosa es que lo haga. Dependerá bastante de cómo se distribuya y de que los “medios” quieran hacerse eco de lo que en otro país, Francia sin ir más lejos, constituiría un escándalo. Inútil decir cuál será la recepción que tendrá el libro de Carlos en las páginas de los suplementos literarios de ABC y El País, por ejemplo. Más suerte puede tener –y espero que así sea- en El Mundo y La Razón. Y si no menciono la propia Libertad Digital es porque va de suyo.
Para que no me acusen nuevamente de pesimista, quiero destacar la asistencia al homenaje de un público joven y entregado, perteneciente a esa generación que ha llegado a donde estamos ahora nosotros, los del “68”, sin tener que pasar por la desagradable experiencia de ser primero de izquierdas. Eso les convierte en personas mucho más seguras de sí mismas, y en las que confío plenamente para que levanten lo que quede de España cuando se retiren los vándalos, y se pase esta absurda manía de quererles implicar en la Guerra Civil. ¿Por cierto, se han dado cuenta de que los setenta años que separan a los jóvenes del 2006 de los "luctuosos" acontecimientos del 36 son los mismos setenta años que nos separaban a los jóvenes de 1968 del desastre de 1898? ¿A que da vértigo pensarlo? Para esos chicos "el pasado inmediato" no es la guerra civil y Franco, sino la Transición y tal vez el dichoso mayo del 68 y, por supuesto, la caída del muro de Berlín. La guerra civil hay que seguir estudiándola, cierto, pero como, mutatis mutandis, estudiábamos (es un suponer) nosotros el desastre del 98, sine ira et studio.
Otrosí,
Julia Escobar - Le beau Georges
Julia Escobar - Veinte años y un día
Julia Escobar - Las aventuras prodigiosas de Carlos Semprún
Carlos Semprún Maura - Duras, Anteleme y otras víctimas de Sp ...
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