Finalmente el lunes 5 asistí al Acto por el que la Comunidad de Madrid conmemora todos los años -desde hace ocho- la infausta memoria del Holocausto, ese crimen por el que Europa nunca será perdonada del todo, como tampoco se le debería perdonar que haya permitido al comunismo cometer todo tipo de atropellos en tantas partes de su territorio y del mundo (y siga haciéndolo). El embajador de Israel, Victor Harel, aprovechó su discurso para despedirse de nosotros (le echaremos de menos) y no pudo ser más esclarecedor al respecto. Insistió una y otra vez en la identificación entre Shoah e Israel.
Efectivamente, no se puede entender este país sin ese terrible crimen. Por eso cuando Marcel Cohen preguntó a Edmond Jabès, en una famosa entrevista, qué pensaba de Israel, y éste le contestó: “Israel es la vergüenza de Europa”, yo entendí perfectamente que el egipcio se refería a lo mismo que aludía hoy el embajador: a que fue ese hecho vergonzoso de la Shoah, protagonizado por Europa, lo que hizo más necesaria que nunca la existencia de Israel. La vergüenza es de Europa, no de Israel, por mucho que Valente y compañeros mártires interpreten que Jabès se refería a lo segundo.
El embajador también aludió a la desafortunada intervención de Shlomo Ben-Ami del día 26 de enero, en el Acto del Congreso de los Diputados, donde están especializados en meter la pata. El primer año fue con aquella intervención bochornosa del impostor Enric Marco, que se hizo pasar por superviviente de Mauthausen y que convirtió aquel primer recordatoria del gobierno de España a la Shoah en un sorprendente homenaje a los republicanos españoles. Ya ahora esto. Ben-Ami no es tonto; debía saber que no se habla así ante un público mayoritariamente hostil al proyecto israelí. Lean ustedes su discurso y saquen sus propias conclusiones.
Saramago lo tiene muy fácil, sencillamente se deja jalear por los que han creado ese ambiente irrespirable, esos progres de tarjeta visa platino, usuarios de grandes marcas , por supuesto elitistas, que necesitan tener un descanso emocional y creerse que con una buen acción como la de condenar a un estado que es irreversible y ponerse al lado de los parias corruptos, sólo con eso ya duermen tranquilos. Da vómito el escucharlos. Palabras fatuas, estereotipadas, frases hechas y golpes de pecho son suficientes para adentrarlos en su limbo. Son necios y en el caso de Saramago, aburridos hasta decir basta. Sin argumento histórico sólo cuentan con el apoyo, más o menos tapado, de las organizaciones islamo-fascistas y embajadas musulmanas.Es de pena.Y fatigoso.
Publicado por: iojanan | 09/02/2007 en 18:01
No es nada fácil defender el estado de Israel y justificar su existencia. El antisemitismo lo impregna todo. En el libro de Lengua y Literatura de mi hijo, se reproduce un artículo del Nobel Saramago (qué oportunidad se perdió al no dárselo a Jorge Amado), en el que el aburrido escritor invierte la dualidad víctimas-verdugos con la gastada parábola de David y Goliat, siendo "David", lógicamente, los palestinos, y "Goliat", los judíos, estableciendo también una similitud entre éstos y los nazis. ¡Larga tarea publicitaria y pedagógica tiene Israel en este viejo y antisemita continente, que en cuanto lo dejan suelto se arroja en brazos del totalitarismo como si fuera su madre!
Publicado por: javier | 07/02/2007 en 09:16