Con la aparatosa llegada de los Reyes Magos a todos los hogares se prolonga y se terminan en España las fiestas de Navidad. Los Magos advirtieron una señal en la estrellería y la siguieron hasta verla hecha carne en un establo, en Belén. Importa poco si fueron tres o cuatro, ni si es verosímil que pudieran hacer ese viaje en tan corto espacio de tiempo, lo que importa es la carga simbólica: respeto y regocijo ante la esperanza, siempre renovada, de que sobrevenga un nuevo orden que mejore las cosas, tan revueltas, de los países y de las personas. Por muy conjugado que haya sido ese gran acontecimiento en todos los modos y tiempos artísticos, por mucho que haya ido adaptándose a las costumbres de cada época, la manera más imaginativa de recrearlo sigue siendo el Belén o Nacimiento, desde que se inventara en Nápoles, allá por el siglo XVIII, y a este respecto Caja Madrid ha echado los restos con un magnífico Belén napolitano con el que ha temblado, nunca mejor dicho, el Misterio.
En torno a éste (la Virgen María , San José y el Niño Jesús), que permanece inmutable, cada cual es libre de armarlo como quiera, y contar en él lo que le parezca. A la rica y magnífica bibliografía sobre este tema, hecha de poemas, cuentos y villancicos, hay que añadir ahora el Libro de Visitantes de José Jiménez Lozano. El relato está armado exactamente como un Belén, y distribuido con el mismo detalle y mimo con el que cada cual, en su casa, narra esta historia inmortal a través de las figuritas que va adquiriendo año tras año. Son igualmente imprescindibles la mula (JJL la hace habladora) y el buey, que calientan y protegen el improvisado paritorio. Los pastores no pueden tampoco faltar. Acuden a la cita, avisados por los ángeles, los pastores con sus ovejitas y sus burritos cargados de humildes regalos. También hay posaderos sin corazón, mujeres piadosas que ayudan en lo que sea, niños traviesos que ofrecen gallinas robadas al Niño, soldados romanos, sobrecogidos por esa luz que inunda de manera increíble el mundo, mercaderes astutos que tras la visita de los Astrólogos huelen el tráfico de reliquias. El establo está a rebosar de personas y de animales.
La noche es fría y llena de prodigios. Entre ellos una estrella cometa cuya estela siguen tres Reyes Astrólogos, advertidos por el cobarde y malvado Rey Herodes (a quien JJL se permite la ironía de convertir en un moderno líder político, muy preocupado por su imagen) de que ahí se está fraguando algo muy grande, hasta que llegan al establo y completan con su visita el retablo… Y como en esos belenes caseros en los que los niños ponen un dinosaurio, un tanque o un indio apache, Jiménez Lozano, tras la visita al establo de los “tres de Oriente” introduce la de otros cuatro Magos universales: Descartes, Pascal, Hegel y Spinoza. No podía el Niño soñar con más destacados maestros. Ni tan bien buscados. Lástima que Dios no juegue a los dados.
esto si es lectura de alta calidad! creo que nadie dvia morir sin haber tenido la oportuninada de conocer a este maestro!
Publicado por: Generic Viagra | 22/12/2009 en 23:29
José Jiménez Lozano es de los poquísimos escritores y novelistas de España que merecen leerse. Es lástima que sea tan escasamente conocido del público lector, atontado por tanta verborrea impresa que no vale ni para embalar pescado. Pero las cosas son como son, y todavía estoy por ver que se recomienda alguno de sus libros en los institutos... en lugar de los pestiños de algún conciudadano suyo oportunista, necio e impecablemente prescindible.
Publicado por: javier | 10/01/2008 en 10:04
Querida Julia, esperando su turno, tenía en mi mesilla el último libro de JJL “Libro de visitantes”. Tu comentario me ha llevado a sacar sus libros y a leer de nuevo alguno de sus artículos y algunas notas de los Diarios.. En “Ni venta ni alquilaje” (Huerga y Fierro, 2002) hay un artículo titulado “Parentescos de sangre” (pág.269) sobre Edith Stein, monja católica, judía gaseada en Auschwitz, absolutamente conmovedor. No me resisto a transcribir una entrada que me gusta especialmente de “Los cuadernos de letra pequeña” (pág.151). “S. refiriéndose a la queja de Cervantes de que no tenía con quien hablar, recuerda (…) que la presencia de otro, de un amigo, es una condición para el ejercicio del pensamiento, y dice S. que, efectivamente, se da el más terrible de los vacíos y de las soledades, cuando no se pueden confrontar los propios pensamientos con quienes están en torno porque éstos son de otra onda de pensamientos. Y que de eso era de lo que se quejaba Cervantes cuando estaba en Argel, y que Esquivias también debió venírsele encima. Y esto es, poco más o menos, de lo que se había quejado Ovidio, pongamos por caso, cuando estaba en el Ponto; porque es cierto que un pensamiento se logra gracias a otro, o a otros, o al Otro; o no habrá tal cosa, ni escritura, ni obra artística. Y cierto es que hay páramos intelectuales y espirituales que arricen y liquidan las inteligencias y las ánimas.”
Así que a causa de tu artículo, Julia, le doy prioridad a “Libro de visitantes”.
Publicado por: Enrique | 07/01/2008 en 21:30