¿Sabían que ayer, 27 de enero, era el día marcado por el gobierno de Zapatero en el calendario oficial español como Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad? Pues eso quiere decir que están muy bien informados porque este año, el citado gobierno ha hecho una faena de aliño, casi como de puntillas. Para empezar, con evidente cobardía y falta a la palabra dada, se suprimió el acto en el Congreso de los Diputados, limitándose la cosa a un amedrentado aunque prolijo y brillante acto, pomposamente calificado “de estado” por la tarde, con ausencias “de estado” más que notorias. Pero luego me detengo en sus pormenores. Quiero antes hacer un poco de "historia" de ese compromiso español del que se deben de estar arrepintiendo a cada minuto, a pesar del esfuerzo de la Casa Sefarad-Israel y de la Comunidades judías de España que trabajan, me consta, de lo lindo.
En 2005 España ingresó en en ITF (Grupo de Trabajo de Cooperación Internacional para la Educación, Memoria e Investigación sobre el Holocausto) y se empezó a hacer en el Congreso de los Diputados, por la mañana, y en el Paraninfo de la Universidad, por la tarde, una serie de actos solemnes, con la presencia de muchos altos cargos y altas cargas, incluso al principio, con la del propio Presidente y sus Majestades en el de la tarde. Tengo que recordar aquí que la Comunidad Autónoma de Madrid, pionera en España en ese tipo de conmemoración, llevaba entonces cinco años de adelanto.
El primer año los actos fueron apoteósicos: prensa, televisión y el encumbramiento del que después se sabría que era un impostor, Enric Marco, que se decía superviviente republicano de los campos. De todo esto ya hablé en su momento y figura en los archivos de este blog, pues fui testigo. Porque se trataba -¡estamos en España!- de quitar el protagonismo del sufrimiento de los judíos en los campos y destacar, sobre todo el de republicanos españoles. ¡Ojo: no estoy negando que no los hubiera, ni que no se les deba de considerar víctimas, pero las razones por las que estaban en esos campos son totalmente diferentes a las sinrazones por las que estuvieron los judíos y los gitanos (http://findesemana.libertaddigital.com/dos-nombres-para-una-misma-infamia-1276231259.html). En este caso, la idiosincrasia española hace justicia a una injusticia de la llamada "memoria colectiva" internacional, que consiste en la exclusión sistemática de los gitanos en la rememoración de aquel horror. La Comunidad de Madrid, en los diez años que lleva ocupándose de ello en su Asamblea, los ha incluido siempre como también a los republicanos españoles, y el gobierno español no es menos, hay que decirlo todo.
De hecho, y volviendo al acto que presencié ayer en el Paraninfo de la Universidad Complutense- es evidente que tras ellos (los gitanos) se ampararon para justificar, supongo, la ominosa presencia, totalmente indefendible de personajes como Zerolo, que encabezaron manifestaciones hace pocos días, llamando genocidas a los judíos. En cualquier caso y en aquella ocasión, la presencia de ese señor y de otros especimenes semejantes, es una más que siniestra "trivialización del Holocausto".
Que les abochornaba el acto era evidente si nos fijamos en las ausencias, totalmente injustificadas, habida cuenta de que este año, el 17 de diciembre, España fue admitida como miembro de pleno derecho en el ya mencionado ITE, apoyada en su candidatura por Israel y Francia: no estuvieron ni el Presidente del Senado, ni el Presidente del Congreso, representados ambos por las respectivas Vicepresidentas. Y también faltó el propio rector de la Universidad en la que se desarrollaba el evento y a quien, según nos aclararon, había retenido la Ministra en una reunión. ¡Cuando no sólo el rector tenía que haber estado sino también la Ministra! Para colmo, la Vicepresidenta del Congreso, Ana Pastor, que se supone que es de los “buenos”, se equivocó constantemente al citar aquel famoso sermón del pastor protestante alemán, Martin Niemöller, pronunciado, según creo en la Semana Santa de 1946, en Kaiserlstautem, y que todo el mundo insiste en considerar un poema (“Cuando los nazis vinieron a por los comunistas, no protesté porque yo no era comunista; cuando vinieron a por los socialdemócratas, no protesté porque yo no era socialdemócrata; cuando vinieron a por los sindicalistas, no protesté porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a por los judíos, no protesté porque yo no era judío. Cuando vinieron a por mí no había nadie que pudiera protestar”). Al menos ella no se lo atribuyó a Bertold Brecht, como es habitual, pero no sólo no supo decir el nombre del pastor sino que cada vez que decía "cuando vinieron a por los comunistas, socialdemocrátas o sindicalistas", en vez de añadir: “no protesté porque yo no era comunista, etc." decía lo contrario: porque yo era", excepto cuando llegó a la última frase que, aunque la citó bien, sembró la confusión entre los que no conocían ese texto, al que volvió así incomprensible. Y es que sólo Dios escribe recto con renglones torcidos.
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