Acaban de decirme que esta mañana murió en París Carlos Semprún-Maura. A él le gustaba firmar así por dos cosas: para diferenciarse de su famoso hermano Jorge y para conservar, en un país como Francia donde sólo se lleva el apellido paterno, su apellido materno, del que se sentía orgulloso Hace apenas dos horas que me he enterado y lo consigno aquí, llena de dolor, pero no quiero esperar a que se me pase. Carlos no era una persona cualquiera. Su vida tampoco era completamente normal, y no sólo porque le tocara vivir (nació en Madrid, en 1926) épocas terribles en lugares terribles, sino porque era un rebelde de todas las rebeldías, un desclasado con clase, un caballero, en suma. Y un escritor. Un periodista, un hombre de la actualidad, de la radio, un novelista, un autor de teatro, un agitador, un contra agitador, un ex comunista anticomunista y, en lo personal, un buen vividor, un conquistador inteligente y un suertudo en el amor; digo esto por muchas razones, pero fundamentalmente porque tenía una mujer maravillosa, Nina, una gran dama armenia, de lengua materna rusa que sabe todos los idiomas dignos de ser sabidos, que ha vivido cosas increíbles, y a quien no se le cayeron, ni se le caerán nunca los anillos. Ella estaba en casa cuando murió. Al parecer hablaban de una habitación a otra y, de repente, Carlos dejó de contestarla; se había desplomado, sumiéndose él en la muerte, y nosotros en la consternación absoluta.
Le conocí en Madrid por los años setenta, sobrellevando una clandestinidad relativa. Ya en la democracia se instaló en Madrid de manera más o menos permanente para trabajar en el recién creado "Diario16". Escribió sobre muchas cosas en ese extraño periódico en el que yo también colaboré posteriormente: sus críticas de cine era demoledoras y fue responsable de que Pilar Miró, que acababa de estrenar "El crimen de Cuenca", tuviera una seria depresión al leer su crítica (¡Pero qué le he hecho yo!, creo que decía). Desprejuiciado y deslenguado, no templaba gaitas a la hora de juzgar el cine español cuya decadencia, tras una breve época dorada, era ya detestable, y no ha dejado de serlo de manera constante. Luego, ya amigos para siempre, se marchó a París y nos hemos visto, aquí y allá siempre que hemos podido. Yo le he traducido un par de libros (porque escribía sobre todo en francés, único detalle en el que se parecía a su hermano): Revolución y contrarrevolución en Cataluña (Tusquets) y Polvo de líneas, un libro de cuentos para la editorial Pre-Textos. Tengo también el honor de haberle presentado a Javier Rubio, en "Libertad Digital", donde yo llevaba una sección semanal y donde Carlos Semprún-Maura llegó a convertirse en un referente. No deja de ser paradójico que él,que nunca se había acercado a un ordenador, escribiera algunos de sus mejores artículos en ese medio digital donde nunca pudo llegar a leerse. Su última novela, A orillas del Sena, un español, apareció en la editorial "Libertad Digital/Hoja perenne". Se da la circunstancia de que yo tengo el manuscrito de su último libro de Memorias, todavía inédito: mi hija Ana le estaba "picando" el texto en Word para poder pasearlo por las editoriales. Hace pocos días le mandó ella la última entrega y estaba esperando sus correcciones para incorporarlas al texto. Convierto en algo personal conseguir publicarlo en cuanto Nina me autorice a hacerlo.
http://www.libertaddigital.com/sociedad/fallece-en-paris-carlos-semprun-maura-1276354299/
http://libros.libertaddigital.com/las-aventuras-prodigiosas-de-carlos-semprun-1276229579.html
http://www.agapea.com/libros/Polvo-de-lineas-isbn-8481911534-i.htm
http://laquimera.typepad.com/dragones_y_mazmorras/2007/11/04122006-carlos.html
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