De nuevo aquí el sinsonte,
el ruiseñor del día,
acróbata por los aires de plata.
De nuevo es marzo,
para él feliz y danza
y en ese impulso vuelan trinos
desde el mástil muy alto
al más cercano borde del azul,
vacila, lo borda por segundos,
recompone una malla,
tensa un vacío, mira con ojo exacto
las quietas margaritas
y vuelve, en un vuelo gracioso,
vigía sin paz,
a la misma, persistente atalaya
donde lo descubrí.
No le importa, sensato,
lo pasajero, lo que abajo pasa,
gente sin ton ni son,
sin música, agobiada de urgencias.
Él canta por su especie
como no lo hace el hombre
Ida Vitale: "Mella y criba", editorial Pre-Textos, Valencia, 2010
Ida Vitale ha estado estos días en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, leyendo poemas de su último libro, cuyo título no engaña pues no hay un solo poema que sobre o deje indiferente: "Mella y criba". El día anterior había "dictado" una conferencia sobre José Ángel Valente, con quienes los organizadores del ciclo “Maestros por maestros” le han querido ver concomitancias poéticas, y aunque yo –puestos a buscar filiaciones– encuentro en ella derivas más nórdicas que norteñas, pienso que no andan demasiado errados; ambos comparten sobriedad, palabra nuda y muda y se orientan muy bien en el territorio del “no dicho”. Algunos simplificadores llaman a esa poesía “del silencio”, contraponiéndola a la “de la experiencia”, como si el silencio no se viviera… Son vanos intentos de perdonar, a los primeros, una supuesta "estética del desdén" y, a los segundos, evidentes excesos de verbosidad y sentimentalismo.
Todo es admiración en mí hacia esa dama que parece más , en todos los sentidos, una poeta rusa que americana. El carácter de Ida Vitale se me antoja muy acertado con su nombre: Ida, porque la veo muy a gusto en ese monte así llamado, que fue nido de dioses, hablando con los pájaros y los patos y apartada de forma totalmente natural del “vulgus profanum” que asqueaba a Horacio (odi profanum vulgus et arceo) y. Y Vitale, porque a sus 86 años es puro nervio, nutricio y vivo, entre ardilla y sinsonte. Ella sí que sabe cantar por su especie como no lo hace el hombre.
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