A raíz de mi reciente contacto con Fernando R.Genovés, no sólo nos hemos pasado enlaces sino que hemos intercambiado nostálgicos recuerdos de algunos colaboradores de Libertad Digital de los primeros tiempos. Fernando citó a Carlos Semprún, a quien "le dio por morirse", a José María Marco, a él mismo y a una servidora. Como hablábamos de Carlos le conté que acababa de morir su hermana mayor, Maribel, la que se casó con Jean-Marie Soutou, que llegó a ser embajador y secretario general del Quai d’Orsay. Los semprunes lo conocieron en el exilio y Maribel se casó con él en 1942, en Lyon. Carlos quería mucho a su hermana a la que acusaba cariñosamente de querer a su vez más a Jorge y por eso la llamaba "la hermana de su hermano".
De esa familia tan peculiar -comenté a Fernando- sólo queda Gonzalo, el mayor de todos, Gonzalo de quien tengo en mi poder un manuscrito que me mandó hace unos años, lo intenté pasear por algunas editoriales pero nadie quería saber nada de un tercer Semprún pues “la importancia de llamarse Jorge”, como apuntó Fernando, hizo mucha pupa a los que no tuvieron ese privilegio. En Francia la muerte de Carlos pasó desapercibida y fue merecedor tan sólo de un homenaje en La maison de l’Amérique Latine al que asistieron Zoe Valdés, Jacobo Machover, una servidora y, ¡oh sorpresa! su hermano Jorge, en un gesto soberbio de caridad cristiana, El homenaje, que ya conté aquí en su día, empezó con la proyección de una entrevista que le hizo Federico Jiménez Losantos a Carlos que dejó perplejos a casi todos los asistentes, en su mayoría franceses, gente del teatro, artistas plásticas y literatos que poco o nada sabían de la deriva liberal de Carlos Semprún. Precisamente fue su sobrino, el historiador Georges-Henri Soutou, hijo de Maribel, quien se mostró más interesado por ese rostro nuevo que le mostrábamos de su tío. Es él ahora, junto a Anne Dastakian, la sobrina de Nina, quien se está ocupando del legado de la biblioteca y los manuscritos de Carlos y tienen pensado escribir una historia de la familia Semprún-Maura. Yo me conformo por ahora con que alguno de los editores que en su día se mostraron tan interesados en publicar la tercera entrega de las memorias de Carlos, que por una serie de circunstancias obran en mi poder, lo hagan de una vez por todas, así como con que Actes Sud traduzca por fin el manuscrito que les entregué en abril con un “mix” de los tres libros, El exilio fue una fiesta, A orillas del Sena un español… y La barricada de enfrente, que es como se titula ese volumen póstumo y todavía inédito. En fin, sin duda, el libro del que me habló Anne que quería hacer Soutou sobre su familia española tiene ya para mí un título, sugerido por Fernando R.Genovés, “La importancia de llamarse Jorge”.
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