Lo que le pasó el otro día al Rey Juan Carlos cuando abrió una puerta al mismo tiempo que se la abría un ayuda de cámara, chafándose un ojo, no le habría pasado de haber leído al poeta francés Francis Ponge. El cual dice muy claro en un texto de su libro "Le parti pris des choses" que "los reyes no tocan las puertas". O tal vez lo leyó y por eso lo hizo, ya que Ponge añade. "Ellos no conocen ese placer". Y quiso conocerlo y el ayuda de cámara -que había leído a Ponge, seguro- se lo impidió para que no volviera a ocurrírsele nunca más ir en contra de los dictados de su real destino.
LOS PLACERES DE LA PUERTA
Los reyes no tocan las puertas.
Ellos no conocen ese placer: empujar con suavidad o bruscamente uno de esos grandes paneles familiares, volverse para colocarlo nuevamente en su sitio, tener una puerta en sus brazos....
... El placer de empuñar el nudo de porcelana del vientre de uno de esos altos obstáculos de una habitación; ese rápido cuerpo a cuerpo que por un instante retiene la marcha, dilata el ojo hasta que el cuerpo entero se acomoda a la nueva estancia.
Con mano amistosa sostiene por unos momentos esa puerta, antes de empujarla con decisión y encerrarse - lo que queda asegurado por el ruido del bien aceitado y poderoso resorte".
Francis Ponge, "Le parti pris des choses".
La traducción es mía. Sé que hay una traducción en Monte Avila, Venezuela, 1971, del poeta venezolano Alfredo Silva Estrada que traduce el título como "De parte de las cosas", y es, sin duda, una opción, pero yo prefiero interpretar ese "parti pris" como opinión inamovible, decisión, o como diría Paul Valéry, voluntad. Por eso elijo "Lo que opinan las cosas", porque se trata de dar protagonismo al cigarrilo, a la vela, al pan, a la puerta, al agua, al fuego, "descosificalos", en una palabra, darles animación, intención, vida al cabo
Últimos comentarios