26 de abril, 1996. Ayer estuve en Alcalá de Henares, en el acto académico de concesión del Cervantes a Cela Bola de sebo. Me encontré a toda la tribu lilteraria, editores incluidos y claro, a la superagente Carmen Balcells, que huyó de mí como de la peste. Quiero creer que fue uno de los motivos de que se marchara "ipso flauto". Por la tarde, la recepción en el Palacio donde me divertí horrores con Marisa Balseiro, José María Marco, Eva Rodriguez Halffter, Juan Pablo Fusi, Juristo (me anunció que los de la Escuela de Traductores de Toledo nos habían puesto juntos en una mesa redonda sobre judaísmo), Gonzalo Anes y Carmen Iglesias que me presentó una vez más al Rey diciendo: “Julia es la Presidenta de los traductores, la que más sabe de traducción” yo repliqué: "No soy la que más sabe, soy la que más manda”. Leve sonrisa del Rey que se sentía urgido por la presencia más atractiva de un sueño: una bellísima mujer a la que yo ya había flechado (yo y las 1.500 personas que asistieron al acto, pues destacaba sobre la grisura ambiente) y que resultó ser amiga de Gonzalo Anes y periodista peruana retirada, por añadidura. Luego, cuando conté la anécdota de mi chispeante réplica, me di cuenta de que la tenía que haber terminado con un: “después de usted, Señor”, lo que la habría hecho merecedora de ser recojida en las antologías de frases famosas y réplicas pasteleras, de la Historia Universal del Pasteleo..
Al día siguiente, comida chez Jaime Salinas, que estuvo encantador y a quien conté, sin omitir nada, las aberrantes sesiones con los Thyssen. Luego pasé a visitar a Anne Marie Vallat que me propuso una vez más leer manuscritos para ella, y una vez más me negué. Bastante tengo con la traducción, la crítica literaria y la edición como para hacerme agente literaria. Después, llamada a Raquel de la Concha para intentar que Rambito (Arturo Pérez Reverte) asistiera al Escorial, a los Encuentros Complutenses de Traducción. Llamadas a Rambito -que se negó por ahora aunque dejó la posibilidad abierta para el futuro- Luego fin de semana en Riaza, sola, con Mora, mi perra. Delicioso, el campo en toda su admirable pureza: flores, hierba, pájaros canoros y los Tapias a quienes siempre me agrada ver después de haber estado ahita de salones, porque, como dijo Maruja Torres en frase inmortal -y mira que me cae mal la señora pero los logros hay que reconocerlos- conforme más conozco al género humano más me gustan los Corleone.
Madrid,28 de abril de 1996. Todo este tiempo, desde que he vuelto de Atenas, releyendo diarios anteriores para hacerle a Laura Freixas una selección que me pidió hace tiempo. Se trata de un número especial de Revista de Occidente sobre la escritura íntima y los diarios, que ella está coordinando. Me resulta dificilísimo encontrar algo que no contenga imprecaciones, críticas, comentarios irónicos sobre mis contemporáneos y cosas negativas. Es decir, que casi todo es impublicable en vida de los interesados, al menos mientras puedan partirme la cara. Pero de todos modos algo estoy sacando, de forma muy artificiosa. Lo que puedo comprobar es la cantidad de páginas que he podido escribir a lo largo de mi vida. Además que son eficaces como mementos porque me encontré con muchísimas anécdotas que yo misma he protagonizado de las que no tenía el menor recuerdo. También es un experimento dolorosísimo porque la verdad es que soy tremendamente sincera en estas páginas, de una sinceridad ultrajante, para los demás y para mi misma, por supuesto. De paso, he utilizado algunos fragmentos para mi “oobra”, pues para eso son mi cantera, mi libro de apuntes, etcétera. Anoche tuve un sueño preocupante: me encontré ante un diálogo y vi que tenía que intercalar alguna narración sino quería que fuera demasiado teatral. ¡Lo que me faltaba!
29 de agosto de 1996. De vuelta de Bruselas, de los cursos de traducción literaria de Seneffe, con Françoise Wuilmart. He vuelto porque tengo que preparar mi ponencia para los Encuentros de Verines, que empiezan el 13 de septiembre y al que he sido invitada este año por los buenos oficios de Fernando Rodríguez Lafuente y gracias a la publicación de esos fragmentos de mis diarios que me pidió en su día Laura Freixas para Revista de Occidente, porque el tema de Verines de este año es la escritura íntima. Yo habia oído hablar de esos encuentros en alguna ocasión como de los misterios de Eleusis, una especie de recompensa para los elegidos, los verdaderamente enchufados, en una palabra, los escritores “oficiales”. Por supuesto, acepté, y digo por supuesto porque mi curiosidad innata puede más que la grima que me dan esos eventos.
Septiembre 1996. En Verines todo transcurrió más o menos pacíficamente, digo más o menos porque al final algunos se liaron como verdaderas arpías. Estaban, entre otros, Jon Juaristi, Juan Manuel de Prada, Manolo Borrás, Laura Freixas, Luis García Martín, Anna Caballé. José Jimenéz Lozano estaba anunciado pero no fue, como tampoco Andrés Trapiello aunque Borrás leyó su ponencia. La mía pasó sin pena ni gloria, como la de casi todos, porque ahí cada cual iba a lanzar su rollo, para qué engañarnos y sospecho que el interés por lo que pudieran decir los demás era bajísimo por no decir nulo.Pero algo quedó, porque Ana Caballé me pidió un artículo para su boletín de investigaciones sobre la biografía, con sede en la Universidad de Barcelona. Después de Verines, justo el tiempo para reponerme pasando por Riaza, y otra vez al avión, esta vez para Bruselas a lo de las ayudas y al apostolado de Luxemburgo.
Otrosí, maldito-diario.pdf …
cultura-mecd/areas-cultura/libro/mc/encverines/
Estimada Julia, aunque cada cual vaya a su rollo, siempre hay alguien que se queda con alguna idea o palabra tuya, distinto es que se pueda reconocer en público y felicitar a la autora o autor o se quede en el más íntimo lugar del receptor y no diga ni pío, pero nada pasa sin pena ni gloria, siempre queda algo y nos quedamos con algo de lo ofrecido por otros. Los más inteligentes los que no son envidiosos son los que agrandan sus conocimientos y les gusta compartir e intercambiar ideas.
En cuanto a la etiqueta que se le pone a ciertos eventos "de misteriosos", jejejej, a lo mejor son más normales que los eventos "normalesj", quien sabe, Lord Goring ( Oscar Wilde) nos sabría hablar acerca de ello con su alocada racionalidad.
Publicado por: Teresa Cabarrush | 10/11/2014 en 13:23