Los pasos contados. Memorias noveladas es un libro al que recurro a menudo por ser una fuente inagotable de anécdotas, entre otras muchas virtudes. Está publicado en Alianza Editorial, en cuatro volúmenes. Los dos primeros hablan de la vida madrileña de finales del siglo XIX. Él procede de una familia acomodada y los ambientes que refleja son confortables. Mundos contrapuestos: criados y señores (arriba y abajo) niños y adultos, veraneos y colegio (La Granja, San Sebastián). Los dos últimos, “Las Delicias” y “Los galgos verdugos”, reflejan, el primero, la vida estudiantil, la educación sentimental de la época, principalmente en casas de citas, etc., las academias preparatorias para los estudios técnicos que va a emprender el autor, las tertulias literarias: Café de Levante, donde frecuenta a Valle Inclán, Pio y Ricardo Baroja, Ortega, pintores como Solana y Zuluaga y otros, así como el mundo del extrarradio madirleño, los traperos, el mundo de la conspiración anarquista, el de la bohemia, principalmente la música. “Los galgos verdugos”, refleja la vida crepuscular de una Hacienda andaluza, es quizás el menos interesante, incluso literariamente, porque al estar novelado pierde interés y verosimilitud, aunque siempre se encuentran rasgos interesantes como el mundo de los feriantes y un inolvidable personaje llamado Señor Musa.
Al final de la edición de Alianza hay unos retratos literarios sumamente interesantes: el de Salvador de Madariaga le presenta como un tonto de solemnidad (¿Fue Ortega y Gasset quien dijo de él que era tonto en dos idiomas?). A Unamuno nos lo presenta “sumido en su diálogo exterior”, a Valle Inclán, genial y sublime, Azaña (me interesa menos)- De Valle afirma que no ceceaba, sin embargo el sobrino de Corpus, Ramón Gómez de la Serna, dice que sí lo hacía. Más tarde he oído una grabación de Valle Inclán recitando poemas y leyendo fragmentos de sus obras y es Corpus Barga quien tiene razón. De Antonio Machado menciona su salida de España, apoyado por el gobierno de la República, en contra de lo que dice la leyenda sustentada por los propios historiadores (Fdez. Almagro). Habla del París de la ocupación y lo poco que afectan las guerras a las actividades cotidianas en las ciudades, bombas y racionamientos aparte. De Pío Baroja menciona lo insólito de su persona, lo que extiende a toda su familia, el aspecto de extranjeros de todos ellos y de su hermana Carmen, la madre de don Julio Caro Baroja., que podía parecer irlandesa. De Silverio Lanza dice don Pío que es una invención de Azorín para fastidiar. Corpus Barga visita a Lanza en su casa de Getafe y le comenta don Pío: "¿Getafe? No lo conozco, pero seguro que hace mucho frío o mucho calor, o algo muy desagradable."
Sugerencias interesantes y aciertos notables: la dificultad de reconocimiento de uno mismo fuera de la inmovilidad del espejo y para reconocerse de espaldas. Se me ocurre que pasa lo mismo con nuestra voz oída en la radio o en cualquier grabación. Olores y ruidos que disparan la memoria de lo visto y de lo desconocido: la nostalgia de lo desconocido como la peor de las nostalgias, sería algo así como el efecto Proust pero para experiencias no vividas, no lo que fue, sino lo que hubiera podido o debido ser.
Indica Corpus que las mejores novelas son las que conversan con el lector y nos hablan de lo que ya sabemos. Sobre las parejas: las parejas que hacen o no hacen “pareja”, sea cual sea su sexo, edad o condición. Personas dispares o disparejas frente a las personas pares o parejas.
Amor de los caballos y de las yeguas. Amor constante más allá de la promiscuidad, que se practica fatalmente con el mismo ejemplar. Cada caballo, cada yegua, tiene su “caballo” o su “yegua” favorita para la que reservan toda su imaginación erótica. Lo consigno porque se encuentra también en Aristóteles en su libro sobre los animales.
Anécdota sobre Vicente Blasco Ibáñez, el escritor español más conocido en el mundo entero en su época. Estuvo contratado en Hollywood como guionista (los estudios iban por el mundo entero buscando novelistas de éxito) y en una ocasión, harto de que siempre pusieran pendientes a los hombres en las películas basadas en sus novelas pidió que dejaran de hacerlo. Extrañeza de los magnates del cine: ¿Cómo, es que en España los hombres no llevan pendientes como en los demás países mediterráneos? En la película siguiente llevaron más pendientes que nunca.
Hasta aquí las notas que tomé en su momento.
Una novela que converse con el lector es algo extraordinario, no todas lo hacen. Leeré el libro, debe ser demasiado interesante como para no meternos en la Historia, y acabaremos preguntando dudas al autor, aunque no creo que pueda contestarnos, pero preguntar siempre preguntamos, es la función del lector no quedarnos con lo que el autor nos dice, en algún aprietillo hay que ponerle.
Publicado por: Teresa Cabarrush | 14/11/2014 en 18:33