Pedro Eguillor, bilbaíno muy principal, que durante la primera década del siglo pasado dirigió la famosa tertulia fundada por el Dr. Areilza, conocida como la tertulia del Lyon d’Or, nombre del café en el que se reunía un grupo de periodistas, profesionales y personajes de la cultura de Bilbao, así como foráneos que prestaban servicios en la ciudad y visitantes ilustres que pasaban por ahí. La lista es larga: Juan Pujol, Manuel Bueno, Manuel Aznar, Federico García Sanchiz, José María Salaverría, José Félix de Lequerica, Jacinto Miquelarena, Ricardo Mestre, Julián Zugazagoitia, Rafael Sánchez Mazas, Eugenio d’Ors, César González Ruano, Unamuno, Ortega y Gasset, Pedro Mourlane Michelena, Ramón de Basterra, Juan Antonio Zunzunegui, historiadores como Fernando de la Quadra Salcedo y pintores como Adolfo Guiard y Julián Tellaetxe. Todo esto se vio desbaratado con la guerra civil que, como ocurrió en todas las tertulias de España, desunió y enfrentó a los contertulios.
El final de Pedro Eguillor fue trágico ya que murió asesinado a machetazos en el Convento de los Ángeles Custodios.
En el Blog de César Estornes encuentro este relato de lo sucedido y de muchos otros aspectos de la vida de Pedro Eguillor
“La horda roja subió la cuesta de Zabalbide y penetrando en la Cárcel de Larrínaga, Casa Galera, el Convento de los Ángeles Custodios y el Carmelo asesinaron a 51 presos de la primera, otros 51 de la segunda,106 en la tercera y 5 en la última.
¡Que dirá Inglaterra! se preguntaba el bueno de Telesforo Monzón."
“En el congreso Mundial Vasco de 1956, Aguirre iba a deplorar aquellos asesinatos y responsabilizarse de ellos ante el silencio de su consejero de interior,que silbaba un "aurresku"como si no fuese con él. Fue un episodio muy sucio en la historia del PNV
Jon Juaristi, Proverbios Morales-ABC 23 de Febrero de 2009”.
Pedro Eguillor era un fino conversador sin obra publicada, del que se conocen algunos poemas religiosos y varios epigramas y versos de ocasión, de tema principalmente gastronómico como el “duelo” que mantuvo con Eugenio d’Ors, y el magnífico poema dedicado al marmitaco que reproduzco más abajo, con el que la marquesa de Parabere, doña María Mestayer de Echagüe, encabeza la segunda edición que poseo de su gran obra, La cocina completa (más conocida como “la Parabere”), Espasa Calpe, Madrid, 1940:
EL MARMITACO
A la gran maestra del arte y literatura culinaria de España, la distinguida señora doña María Mestayer de Echagüe, en prueba de mi admiración profunda y respetuoso afecto.
Surca la mar la lancha bonitera
y, escondido el anzuelo en la panoja,
el acerado pez que a ella se arroja
víctima cae de su codicia fiera.
Mientras tanto el mutil, en la caldera,
hierve el aceite so la brasa roja.
Unas cebollas de su piel despoja
y pìca bien, con prontitud ligera.
De un bonito la carne palpitante,
corta en pequeños trozos que sofríe
con buen tomate y pimiento picante,
luego con agua hirviente lo deslíe
y así lo deja a que en fervor constante
la blanca vianda a su sazón se alíe.
Y al llegar al instante
en el que cese la áspera faena
de patatas bien limpias y cortadas
la caldera se llena,
y cuando quedan blandas y guisadas,
y sintiendo ya su ánimo flaco,
tras la labor penosa, el marinero,
a un aviso jovial del cocinero,
se apresta a devorar el marmitaco.
PEDRO EGUILLOR
Bilbao, 22 de septiembre de 1932
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