Ha llegado el momento, creo, de pronunciarme sobre esta novela con la que regreso al panorama editorial, tras muchos años de escritura casi secreta y que se suma a Nadie dijo que fuera fácil (editorial Edhasa), La Asamblea de los muertos, Fluyen permanentes y Tiempo a través (publicadas las tres en Pre-Textos). Me refiero a la escritura creativa propia -novelas, cuentos, poemas- no a la traducción ni tampoco al periodismo o la crítica literaria. Una producción no demasiado larga para tanto tiempo vivido, pero explicable por esa dedicación a la escritura del otro que es la traducción, a la que tanto tiempo he dedicado y que tantas satisfacciones me ha dado y me sigue dando. Sólo en este blog he ido desgranando, en pequeñas diócesis, parte de todo lo que tengo almacenado en el silo (una cosa es escribir -y lo hago casi constantemente- y otra publicar como explicaré a continuación), a la espera de tener tiempo para organizarlo y formar un volumen en condiciones.
Incluso habiéndolo hecho, como ocurrió con San Judas 27 (la catedral del dolor) quedaba aún la tarea, nada baladí, de encontrar editor y ese es un escollo que, aunque hayas publicado anteriormente, no es fácil franquear. Y menos si, como me ocurrió a mi, empiezas una etapa en tu vida en la que te pasas a un lado de la barrera del frente literario en que más que una escritora con obra propia, te conviertes en una gestora cultural, cosa que a mí siempre me ha parecido incompatible. Y siguiendo ese sentimiento he actuado, postergando para cuando terminara de ser la Directora de Programación de la Casa de América, que organiza presentaciones de libros y se tiene por tanto que ocupar más de la obra ajena que de la propia, la tarea de encontrar un editor conveniente para esa novela que a mí me parecía de difícil comercialización.
Y, aún así, como mi tarea oficial se prolongaba más de lo previsto (al final duró 8 años menos dos meses, del 6 de febrero de 2006 al 31 de diciembre de 2013), me atreví a pasársela a un amigo editor, también escritor, que la encontró eso -o al menos fue lo que me dijo- pesimista y difícil. Y la metí en el congelador de donde acaba de salir, gracias a José María Marco, que me hizo una entrevista en su página donde contaba todo esto. Pocos días después Luis Cayo Pérez Bueno, director de la colección Empero (editorial Cinca), que tiene en su catálogo autores como Henry James, Leon Bloy, Victor Hugo (para cuya traducción de El rey se divierte, obra de Ventura de la Vega, escribí un prólogo en 2014 y para quien traduje en su día una obra de Diderot publicada en Pre-Textos), Villiers de l'Isle Adam, Concepción Arenal y pare usted de contar, me propuso entrar a formar parte de ese elenco. No vacilé ni un segundo en darle el sí, la duda ofende, y ahora la novela está aquí, sometida al juicio del lector que es el único que tiene jurisprudencia en este proceso.
Otrosí:
entrevista-de-esther-penas para-semanalcermies.html
entrevista-con-julia-escobar-por-jose-maria-marco.html
http://laquimera.typepad.com/laquimera/2016/11/entrevista-cuartopoder.html
victor-hugo-el-rey-se-divierte.html
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