En el año 2000 respondí lo siguiente a una serie de preguntas que me hicieron, a mí y a muchos otros, en una Revista de cuyo nombre, no es que no quiera, es que no logro acordarme. Comoquiera que hoy respondería prácticamente lo mismo no tengo inconveniente en lanzarlas de nuevo a esta fementida red de opiniones y complicidades ¿sociales?
¿Por qué escribo? - Cuando me hacen esta pregunta pienso en las brillantes respuestas que han dado ya, con anterioridad, tantos otros. Yo suscribo muy especialmente aquello que decía Orwell sobre el deseo de destacar, de hacer algo sobresaliente, y también sobre el deseo de comunicar a los demás algo que creemos valioso. Insistiría también en que no se trata sólo de un deseo sino de la necesidad de volcar la experiencia y de transmutar la realidad al hacerlo. Necesidad, metamorfosis, exhibición. De todo hay y en mi caso, y mucha energía por liberar, y mucha angustia y mucho reconcomio de por medio.
¿Qué quiero contar? - Lo que sé, lo que veo, lo que recuerdo, lo que me duele, lo que me solivianta, lo que me perturba, lo que me divierte, lo que me hace feliz o desgraciada, lo que puede hacer reír y llorar a los demás conmigo, lo que puede molestar y lo que puede ayudar a conjugar la vida en todos los modos posibles.
¿Cómo lo cuento? – Intentando ceñirme a la realidad, buscando el acierto en las metáforas, cuidando la forma, elaborando el lenguaje, matizando, corrigiendo, puliendo, abreviando. Como puedo y con muchos menos gerundios.
Confío en que se tenga en cuenta, a la hora de juzgar esta somera "poética", que aunque estaba ya muy trabajada, tenía 17 años menos y algo se cambia; por ejemplo mis intenciones son más aviesas, qué duda cabe, tengo menos reconcomios a la hora de adjetivar y no me ando con remilgos con las metáforas ni, si me apuran, con los gerundios, que ese prurito de perfección le va más a la brega traductiva e incluso poética que a la ora aburrida, ora convulsa, prosa de la vida.
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