Ayer a mediodía, organizado por la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid, se produjo el homenaje a Benito Pérez Galdós frente a su estatua del Retiro, como llevo anunciando desde hace dos días. En el último momento, el frío y mi claudicante salud, me impidieron asistir, como yo quería pero mis corresponsales me han relatado fielmente el acto el cual, no me esperaba menos, ha resultado totalmente satisfactorio. Me dicen que el número de asistentes ha sido escaso (el frío, estoy segura, ha sido un fuerte elemento disuasorio) pero muy entregado y los oradores brillantes y oportunos.
Tras la ofrenda floral -una corona, pues se trataba de conmemorar su fallecimiento-, se dirigieron al público Isabelo Herreros, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Fundación Manuel Azaña, que trazó un bien documentado y acertado alegato sobre la fuerza narrativa del escritor, su contexto , y su proyección en el mundo. Herreros recordó que en 1920, por así decirlo, mañana, se celebrará el centenario de su fallecimiento y sugiere a las autoridades académicas y culturales que consideren esa oportunidad que se les presenta de celebrarlo adecuadamente. Alejandro Sanz, responsable de la Sección de Literatura del Ateneo y presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, leyó un texto de este último, publicado en 1970 en el diario “el Pueblo” con ocasión del 50 aniversario de la muerte del escritor. Por último, el especialista en Galdós y en el siglo XIX, José Esteban leyó unas coplas de Luis de Tapia sobre Galdós; Pepe ha escrito un artículo sobre el novelista y la generación del 27 que se publicará en los Anales Galdosianos Mi enhorabuena a Alejandro Sanz, al Ateneo y a todos ellos por el feliz desarrollo de esta convocatoria.
Confiemos que las palabras del Sr. Herreros sean escuchadas por quienes pueden llevar a cabo estas cosas y, entre todos los galdosianos, consigamos celebrar el centenario como efectivamente se merece este gigante de la literatura española que fue propuesto candidato al premio Nobel desde 1912, no sin controversias internas (por cierto ese mismo año desde España se presentaron también las candidaturas de Rafael Altamira y Ángel Guimerá) y que estuvo a punto de obtenerlo en 1914 (fecha en que quedó desierto) y en 1915, año en que se concedió a Romain Rolland, según leo en el libro “Los premios Nobel y su fundador” de la Fundación Nobel, publicado en Aguilar en 1959 donde se dice que “En la Comisión las opiniones estaban divididas. El autor español Pérez Galdós estaba apoyado por la mayoría, mientras que Rolland, como candidato rival, demostró .al fin que disfrutaba de mayor favor en la propia Academia”. Dicho favor lo tenía gracias a sus opiniones pacifistas y el premio fue una especie de rehabilitación por las persecuciones de las que fue objeto Rolland en Francia. Pérez Galdós, dice la Fundación, no llegó a ser premio Nobel por fallecimiento, como ocurrió con Swinburg y Paul Valéry. Consúltese a este respecto la biografía de Galdós de Ortiz-Armengol y el libro “El Premio Nobel de Literatura” de Kjell Espmark, Nordika, 2008. Espmark fue presidente del Comité Nobel de 1988 a 2005 y escribió este libro cuando se abrieron los documentos desclasificados.
Hay aquí una historia, la de los premios Nobel de Literatura españoles y los candidatos al mismo, cuya investigación e interpretación está todavía por hacer. Interesante aspecto que puede dar al traste con más de una leyenda negra o dorada.
Bien, Julia, bien.
Esperemos que en 2020 ese homenaje a Galdós se celebre con todo el esplendor que se merece nuestro novelista.
Publicado por: José Luis Millán | 06/01/2017 en 11:01