Inicio aquí una recopilación de las crónicas que escribí sobre los actos oficiales, tanto del gobierno de España como de la Comunidad de Madrid, a los que asistí desde el año 2005.
Extraido de Morir o que te maten, esa es la cuestión; publicado en Libertad Digital el 02/04/2005
Asistí, en cambio, a otras dos ceremonias de muy distinta índole, que conmemoraban el Holocausto, la Shoá. La primera (el Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad) tuvo lugar en el Congreso de los Diputados, y la segunda (Recuerdo del Holocausto) en la Asamblea de Madrid. Como saben, hace sesenta años los soviéticos liberaron el campo de Auschwitz –llevándose, por cierto, unos cuantos compatriotas a sus propios campos de concentración, pues en eso fueron pioneros–, pero a tenor de la actitud oficial española, que lo reconoce oficialmente por primera vez, parecía talmente que hubiera sucedido ayer. Sin embargo, se llevaba haciendo en el mundo desde hacía tiempo, y en España sólo la Comunidad Autónoma de Madrid le había prestado la debida atención, desde hace ahora cinco años.
No voy a repetirles lo que seguramente ya han leído u oído en otros medios de comunicación, pero les comentaré que en el Congreso, aunque me alegré del reconocimiento y la atención prestada a este terrible acontecimiento, me dio la impresión de que se estuviera enmascarando algo. La insistencia en poner en el mismo plano a los judíos y a los demás presos me resultaba irritante, porque en el horror y la desgracia, como en tantas otras cosas, hay grados, hay jerarquías. Me explico: no es que los homosexuales, los republicanos españoles y los presos políticos que padecieron y murieron en los campos no merezcan toda mi piedad y mi consideración, es que me pareció que la insistencia en destacarlos y equipararlos a las víctimas judías, además de una manera de justificar mejor el acto que se estaba celebrando, era una manera de minimizar el verdadero objetivo de los nacionalsocialista alemanes: la erradicación de la faz de la tierra de los judíos, por encima de cualquier consideración religiosa o política, lo que pone en muy diferente situación a las víctimas políticas o religiosas, pues, como comentó alguno de los oradores (aunque creo que fue en el acto de la Asamblea de Madrid), en los campos los prisioneros políticos se morían, pero a los judíos los mataban. La diferencia no es poca.
No terminó aquí la cosa, porque el mismo día 27, por la tarde, se celebraba en el Círculo de Bellas Artes un coloquio sobre “Los judíos españoles ante la nueva judeofobia”, patrocinado por la Comunidad de Madrid, con la participación de Jacobo Israel Garzón, Gabriel Albiac, Sultana Wahnon y Juan Carlos Vidal, moderados por Jon Juaristi. Todos ellos son personas cuya trayectoria conozco, y no me extrañó que una vez más acertaran de pleno en sus apreciaciones. Albiac recordó el Holocausto y los campos en la persona del poeta francés Robert Desnos; Jacobo Israel, autor, junto a Uriel Macías, de una historia de la comunidad judía de Madrid, rememoró los avatares de la misma en la época moderna.
Sultana Wahnon, de la Universidad de Granada, estuvo particularmente brillante y tajante. Entre otras cosas, señaló la existencia en la actualidad de dos tipos de judeofobia: 1) el nuevo antisemitismo árabe, más político que racista, aunque comparte con los nacionalsocialistas su vocación de exterminio, y 2) el antisemitismo occidental, islamoprogresista y neoizquierdista. Juan Carlos Vidal, director de cultura del Instituto Cervantes, que fue director de los centros de Varsovia y Tel Aviv, estableció un paralelismo muy acertado entre los campos de trabajo (no muy diferentes del Gulag, tachando a este último incluso de peor) y los de exterminio, y recordó la ignominia de Saramago cuando comparó la política israelí con la nazi (¡para que hablen de la banalización de Auschwitz!).
Respecto a Juaristi, que, como dije, ejercía de moderador, sólo destacaré una frase, ciertamente irónica: “La mayor aportación de España a la historia de los judíos es la expulsión de los judíos”. No es de extrañar que tardaran sesenta años en enterarse de que hubo otros que quisieron exterminarlos.
22/01/2006 La quimera
"Vamos a estar vigilantes". Esto decía y repetía Manuel Marín durante el acto que se celebró el año pasado en el Congreso de los Diputados para recordar el Día Internacional del Holocausto, conmemoración que la Asamblea de Madrid lleva realizando, por cierto, desde hace ya seis años. Pues bien, creo que sería interesante recordarle a Marín que vigilara por ejemplo lo que se está haciendo en el Círculo de Bellas Artes con el montaje de Conversación con Primo Levi, de Ferdinando Camon, en el que Mercedes Lezcano y sus asesores utilizan el testimonio de una de las víctimas más emblemáticas del judaísmo europeo para machacar a los judíos, mezclando secuencias de tanques nazis y tanques israelíes, entre otros “paralelismos”. Si eso no es “banalización” del Holocausto (pongo comillas porque habría que decir trivialización, pero bueno), que venga Dios y lo vea. Pero dicha trivialización, ya la permitió Marín en el mencionado acto institucional, cuando el impostor Enric Marco, se permitió el lujo de dar lecciones a los judíos. Carlos Cué, en la página de la Asociación de Familiares y Amigos de Represaliados de la II República elogió en su momento sus palabras. Reproduzco la última parte del largo artículo.
"Campos en Palestina"
Enric Marco, superviviente republicano del campo de Flossenbürg, ya anunció que no iba a hacer un discurso "protocolario". Pero algunos de los judíos presentes en el acto, y especialmente el embajador de Israel, Víctor Harel, cambiaron su rostro sobrecogido por el testimonio de Marco cuando habló de los nuevos campos de concentración y citó entre ellos a "los de Palestina". Éstas fueron las palabras del superviviente:
"Hay que proceder a una educación para enseñar la historia. Hay nuevos campos de concentración, en Ruanda, Sierra Leona, Etiopía, donde los chiquillos se mueren por millones".
"Los hubo en Kosovo. Hay que decirlo con la voz muy alta; desgraciadamente, por una serie de razones, los hay en Guantánamo, y en Palestina, qué duda cabe, y en el Irak, y en todas partes. ¿Cuántas veces tendremos que seguir recordando? Al final tendremos campos de concentración aquí cerca, porque alguien se inventará una guerra preventiva".
El embajador y algunos de los judíos presentes, visiblemente molestos, no aplaudieron a Marco y luego le pidieron explicaciones.” ¿Y quién no? ¿Qué tiene que ver el exterminio sistemático de seres humanos por ser como son, con las guerras? El Holocausto coincidió con una guerra, se amparó en ella, tal vez gracias a ella cobró dimensiones tan monstruosas, pero quizás se hubiera producido de todos modos, pues antes de que estallara el conflicto, la labor de destrucción de los judíos europeos había empezado. Una vez desvelada la superchería de Enric Marco, me pregunto qué se inventarán mañana "las fuerzas del Bien" para restar protagonismo a los judíos en el espantoso drama del Holocausto.
Mañana sigo.
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