Juan de Castellanos (Alanís, Sevilla, 1522-Tunja, Colombia, 1607) desembarcó en su juventud en el continente americano, recién descubierto, con el propósito de enriquecerse y de vivir aventuras.Tras perseguir El Dorado, recalar en Santo Domingo, isla Margarita, Curacao y muchos otros lugares a cuál más desconocidos y pasmosos; tras ayudar a fundar la ciudad de Tamalameque, explotar minas de oro y estar a punto de acompañar a Ursúa al Amazonas, Castellanos recaló en Cartagena y, sintiéndose viejo (tenía 45 años), decidió hacerse clérigo para recogerse espiritualmente, sin duda, pero también para escribir lo que sería la obra inaugural de la poesía y de la literatura colombianas.
Sus previsiones sobre sus perspectivas vitales fallaron y durante los cuarenta años que aún vivió cantó en 113.600 versos endecasílabos, por supuesto rimados, las grandes hazañas de su tiempo y describió, de manera pormenorizada los prodigios que contemplaron sus ojos.
La primera parte de las "Elegías de varones ilustres de Indias", así se titula su obra, se publicó en España, en 1589. Sin embargo, Castellanos no es uno de los autores más conocido de esa época, pródiga en talentos, ni como cronista, ni como poeta. Menéndez Pelayo lo mencionó pero no supo comprender su originalidad ni su fuerza literaria, desconcertado tal vez por la extrañeza de los ignotos vocablos que Castellanos utilizaba para nombrar esa nueva realidad que se abría a sus ojos. Para entenderlo, piénsese que "La Araucana" de Ercilla sólo contiene diez o doce palabras indígenas.
El escritor colombiano, William Ospina, ha reivindicado la vida y la obra de Castellanos a cuyo estudio ha dedicado parte de la suya, con el libro "Las auroras de sangre. Juan de Castellanos y el descubrimiento poético de América" (editorial Bellacqua).
La obra de Castellanos –dice Ospina- no fue un poema europeo sino un poema americano. Con él y en él se produjo el encuentro entre dos realidades radicalmente distintas y al asimilarlas, con “la humildad de la poesía”, se produjo el mestizaje de la lengua y eso hizo posible que la América profunda hablara el castellano.
Me encanta. Totalmente desconocido para mí.
Publicado por: José Luis Millán | 13/10/2017 en 20:28