(La Gaceta de los Negocios, 26 de marzo de 2003)
Con El crimen de la calle de Fuencarral y el crimen del cura Galeote, la editorial Lengua de Trapo rescata una de las facetas menos conocidas de Galdós, la de periodista, que también cultivaban Juan Valera, Emilia Pardo Bazán y muchos otros de los grandes. Los periódicos, para ellos, además de una forma de ganarse el sustento eran una mesa de mezclas en la que ponían a prueba sus novelas, publicándolas primero como folletones, algo parecido a los anticipos que las editoriales arrojan ahora a la consideración del lector para “abrir boca”.
De 1883 a 1894, Galdós, que era ya un novelista consagrado (el “evangelista de Madrid” le llamaría Unamuno), colabora con La Prensa, diario de Buenos Aires. En este volumen se recogen extractos de las crónicas que envió sobre dos crímenes de mucha relevancia que conmocionaron a la sociedad española no tanto por su brutalidad sino, sobre todo, porque marcaron el inicio de la enorme influencia de la prensa en la opinión pública, lo que se conoce como “cuarto poder". Cré
El primero sucedió en 1888 y si levantó tanta pasión en España como el affaire Dreyfus en Francia fue porque tras el vulgar asesinato “de doméstica” (así lo califica Antonio Martínez Olmedilla, especialista en la materia) que mata a su señora para robarla, la prensa descubrió que los presos salían de la cárcel a su antojo lo que llevó a la detención de Millán Astray, director de la Modelo y a la dimisión de Montero Ríos, presidente del Tribunal Supremo.
El segundo, pero primero cronológicamente pues ocurrió en 1880, fue sobre la persona de don Narciso Martínez Izquierdo, primer obispo de Madrid, a quien un cura renegado, llamado Cayetano Galeote Cotilla, disparó tres tiros a bocajarro el Domingo de Ramos, en la Colegiata de San Isidro. La prensa manipuló los hechos a su manera, y tras ese asesinato hubo una racha de “crímenes que podríamos llamar de eclesiásticos por ser obra de manos de sacerdotes y perpetrados en recinto sagrado”, según comenta Galdós. Fenómeno, por cierto muy moderno, de criminal contagio.
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