Artículo publicado en La Gaceta de los Negocios, el 27 de febrero de 2004 con el título de "Esplendor en la hierba"
He visto últimamente en los periódicos algunos reportajes sobre la postura de los jóvenes ante las próximas elecciones generales. Al leerlos, cualquiera diría que hay entre ellos un marcado inmovilismo político, entendido como algo inquietante y perturbador, que se disfraza de indiferencia.
En la Facultad de Derecho de la Complutense, por ejemplo, periódicos y boletines estudiantiles permanecen arrumbados, prácticamente sin abrir, en los bancos o en el suelo, entre colillas, latas de cerveza y papeles grasientos de la comida basura: esplendor en la hierba.
Los testimonios, como ven, están recabados entre las capas supuestamente ilustradas: estudiantes universitarios, incluso jóvenes opositores. Aunque, según la tendencia al uso, el periodista apenas expresa ningún juicio, hay como un reproche implícito ante esa postura que pudiera parecer conservadora.
Pero es una impresión falsa. De las declaraciones de algunos alumnos dicha indiferencia es una actitud defensiva, tal vez protectora, de una realidad sofocante y de la represiva politización de la que acusan al profesorado. Aducen que es mejor callar que ser suspendido por expresar las propias opiniones.
El periodista no les pregunta cuáles son éstas, pero de lo anterior uno deduciría que son de izquierdas, aunque muchos declaran ser de derechas. Resulta que de pronto, tal vez por exigencias del guión, los conservadores no son los alumnos desvestidos a la última, con sus harapos de lujo, sino los profesores, la Cátedra. Siempre creí que el pensamiento único había ganado entre ellos y que era de izquierdas. Pero está claro que me equivocaba.
Esta solapada represión da pie a algunas leyendas tan poco creíbles como todas las leyendas urbanas. A tal alumno, le habrían suspendido por decir que el Rey le parecía una figura simbólica. Qué curioso. Para justificar un suspenso, antiguamente se decía que el profesor te tenía manía. Hoy se alega persecución política y parece que fuera uno Julio Medem.
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