En 2015 se celebraba el V centenario de una de las mujeres más grandes de la Cristiandad; Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia, patrona extraoficial de España (con permiso de mi señor Santiago), patrona de los escritores, fundadora, sabia, santa. A ella me encomendé entonces y a ella me encomiendo, hoy, en su día, reproduciendo uno de los poemas que me inspiró y cuya escritura me fue de gran consuelo en ciertos días de tremenda aflicción.
Un poema para Teresa de Ávila, santa.
A José Jiménez Lozano, que tanto ha hecho para que la conozcamos.
Aquella luz del día que apuntaba
elevaba en su seno el alma mía
y en la rosa que abría se llenaba
mi corazón de risa y alegría.
No importa que me falles, te decía,
si arrastras en tu estela mi ventura,
y si al llegar a la mitad del día
me conduces del alba hasta tu Altura.
Recordarás que una vez te contaba,
esperando tu amor que no venía,
la tristeza que entonces me embargaba,
y en la noche tan larga que seguía,
pensando en tu presencia que añoraba,
traspuesta y dolorida me quedaba.
¡Muchas gracias, José Luis!
Publicado por: Julia Escobar | 19/10/2017 en 21:35
Estupendo soneto.
Publicado por: José Luis Millán | 17/10/2017 en 18:34