Altas temperaturas
Clara de Luna
Se acabaron las lluvias. No más nubosidad variable. El sol ruge como un león subsahariano sin antílope que llevarse a la boca. Pero las altas temperaturas no son óbice ni impedimento para que las instituciones culturales (públicas y privadas) estén venga a convocar actos a cuál más imposible de asistir por miles de razones. Primero porque suelen ser a la misma hora, aunque algunos van aprendiendo y permiten que el sufrido autónomo pueda aplicar algún tipo de estrategia para asistir a varias (no olvidemos que nos pagan por artículo), aun a riesgo de acabar hecho un azacán. Después, porque si bien a los convocantes no les afecta el calor (tienen aire acondicionado en los locales) no todos los convocados somos directores generales con «schofeuur» (como decía mi abuela) a la puerta, sino que tenemos que tomar el metro o el autobús y si me apuran hasta un taxi. Llegar a cualquier sitio en condiciones, a estas alturas del año, se convierte en un verdadero problema, sobre todo cuando se intenta conciliar lo inconciliable, como suele hacer una servidora. ¿Qué cómo me las arreglo?, se preguntarán ustedes, espero que alarmados. Les contaré mi truco: por la mañana distribuyo sobre la mesa de la cocina las invitaciones por orden de importancia (esa costumbre ha llevado a creer al vecino de enfrente que soy cartomántica). Luego cotejo los horarios (la mayoría coinciden) y elijo aquellas a las que se puede ir al principio, las que se puede llegar a la mitad y marcharse sin que nadie se entere y por fin (siempre son las más importantes) aquellas a las que es mejor llegar al final, cuando todo el mundo se pone a aplaudir y a saludarse con hipócrita efusividad.
La fórmula no sirve, claro está, para los conciertos, de los que no te puedes zafar aunque tosas, ni para las ceremonias a las que van los Reyes porque el protocolo te prohibe escapar antes que ellos. Esto último no me supone ningún problema pues a pesar de descender del mismísimo Álvaro de Luna (según mi madre) a mí no me invitan. Ellos se lo pierden porque los que me conocen saben que luzco una barbaridad en sociedad. Otro recurso es dividirte la tarea con algún compañero. Les confieso que este tráfico de información no me gusta; lo encuentro demasiado arriesgado. A mí más de una vez me han robado una anécdota, o lo que es peor, una metáfora especialmente lograda sólo porque no pude reprimir mi vanidad a la hora del intercambio. Para que se den cuenta del problemón (sobre todo con estos calores) vean a lo que me he tenido que enfrentar esta semana.
Por ejemplo el miércoles 21 me había comprometido a asistir a las siguientes convocatorias: 1) presentación del libro de Rodríguez Adrados Peregrinaciones y recuerdos. Asia, América, Europa... y España (Ediciones de la Discreta) arropado por Luis Goytisolo, Fernando Sánchez Dragó y la plana mayor de la Embajada de la República Helénica, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas; 2) homenaje a la canción francesa en el Instituto Francés de Madrid, a cargo de Paloma Berganza; 3) conferencia sobre Galdós en la Casa de Canarias («La imagen de la Gloriosa en sus personajes») por José Peña González y 4) presentación del libro de Jacobo Cortines (Editorial Pre-Textos) en el Círculo de Bellas Artes Todos ellos entre las 19h-20 h, así que me dividí la tarea con una colega del periódico[2] y ella, que es una nostálgica, una afrancesada y una caradura, se largó al Instituto Francés (el repertorio no podía ser más adecuado a su obsoleto perfil: la Piaf, Brassens, Moustaki, Aznavour y toda la basca) dejándome a mi lo más duro. Les diré que sólo me dio tiempo a asistir a lo de Adrados, y que aprendí un montón. Francisco Adrados es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia de la Lengua. Es autor de una abundante bibliografía en la que hay tratados de indoeuropeo (conozco a quien se le atragantaron sus laringales hasta el punto de tener que abandonar la carrera), obras sobre el origen del teatro y traducciones y ediciones comentadas de los trágicos griegos. Algunos de los capítulos de Peregrinaciones y recuerdos –los menos– son inéditos, como «Recordando Cuba» o «Los viajes que hice y los que no hice», pero la mayoría han sido publicados en diferentes periódicos. Adrados salpimenta su prosa con sabrosísimas anécdotas, como la de aquella señora que viendo desfilar a los alemanes por la Plaza Mayor de Salamanca exclamó: «¡Tan jóvenes y ya alemanes!
El jueves 22 tampoco me resultó fácil, pues además de a la presentación en sociedad de Libertad Digital, en el Hotel Intercontinental de Madrid, de la que como podrán suponer, ni quería ni podía zafarme, tuve que asistir al acto de la Fundación Sánchez Ruipérez, en la SGAE, que además era el último de la serie «En primera persona» del que ya les he hablado hasta la saciedad. Lo que dijo Lara sobre su abnegada profesión (y no digamos lo que dijo Terenci Moix) era previsible, luego aburrido. Ante este panorama, como además nadie quería soltar prenda sobre el precio fijo y la calor arreciaba, el viernes decidí quedarme en casa y echar un ojo a la prensa. La nacional era una pura especulación sobre lo mismo que preocupaba a los editores, pero en más globalizador, así que a la espera de las tan anheladas medidas liberalizadoras, busqué el reflejo cultural de la patria mía en todos esos periódicos extranjeros (no en vano soy políglota) que voy acumulando para leerlos cuando tenga tiempo. Observen, una vez más, cómo la virtud y la paciencia se ven siempre recompensadas. El periódico galo Le Soir publicó un artículo sobre el Guggenheim de Bilbao. Al parecer «la flor metálica que ha transformado Bilbao» es la envidia de toda Europa (como decía Franco de su régimen). El 15, el mismo diario daba una información sobre los festivales de teatro, música clásica, danza y las principales exposiciones de verano en España, tan completa, que deja tamañito en cuanto documentación y otros aditamentos informativos a Le Monde por mucho convenio que éste tenga con El País. El 18, el periódico italiano Il Sole publicaba un extenso dossier titulado «La movida de los escritores. En la España de Aznar, la cultura vive un momento de excepcional productividad»; el 16, La Reppublica, una entrevista con Vázquez Montalbán tan tendenciosa como era de esperar tratándose de quien se trata y el 20, Il Corriere della Sera un adelanto del libro de conversaciones entre Andrea Camilleri y (otra vez) Montalbán que se titulará Montalbano & Montalbán y aparecerá en otoño en la editorial Frasisinelli. En él ambos escritores, que se llevan 14 años de diferencia (Montalbán 61 y Camilleri 75) intercambiarán sus experiencias como lectores bajo el fascismo y el franquismo respectivamente. Aunque por el anticipo sé lo que me espera tendré que leerlo. Al fin y al cabo me pagan por ello llueva, truene o salga el sol por Antequera.
[1] 24 de junio de 2000
[2] Se refiere a mí.
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