La casa de vapor ocupa el número 21 del proyecto literario verniano conocido como "Viajes extraordinarios en los mundos conocidos y desconocidos", compuesto por unas 62 novelas y 18 relatos cortos. A ellos dedicó cuarenta años de intenso trabajo, edificando un ciclo completo de descubrimientos y mutaciones planetarias bajo la estrecha supervisión de su editor; una exploración del universo en la que asocia técnica y viaje. Esta novela transcurre en la India británica, tras la rebelión de los cipayos. Un grupo de amigos parten de Calcuta en dirección a Benarés para llegar a las laderas del Himalaya. Está formado por el coronel Munro, ya retirado, que vive obsesionado con la muerte de su mujer a manos de Nana Sahib, único líder de la insurrección que permanece con vida y antagonista de la novela; el capitán Hod, cazador inveterado, el señor Maucler, narrador de la historia que está en la India de visita, y el ingeniero Banks, inventor del ingenio en el que viajan, un híbrido de ferrocarril y caravana, con forma de elefante. A éstos, hay que añadir los inevitables comparsas, que también tienen su protagonismo: asistentes, criados, guías y cocinero, y que, como es habitual en las novelas de Verne, son descritos con una minuciosidad completamente decimonónica. Al igual que es descrita la flora y la fauna, y los antecedentes sociológicos e históricos de todos los lugares que atraviesan. No es su novela más divertida, pero es un ejemplo perfecto de ese intento de novelar la ciencia que le caracteriza, pues hay de todo: intriga, lances peligrosos, historia, sociología y ciencia, mucha ciencia.
La Ciencia, con mayúscula, es la clave y la estructura de toda su obra. Sus exploradores y aventureros recorren regiones desconocidas de África, América, la Indi, eincluso los dos polos, y sus ingenieros e inventores llegan a la luna, exploran el universo submarino y traspasan la barrera del tiempo; estas obras en las que se anticipan inventos futuros, le convierten en uno de los grandes precursores de la Ciencia Ficción. Su amor por la ciencia y la exactitud son también legendarios. Su información científica era precisa, actual y estaba perfectamente documentada y se dice que tenía la peor de las opiniones de H.G.Wells, uno de sus mayores rivales en materia de literatura de anticipación, del que decía, indignado: “mais il invente!”. Hay una leyenda, recogida por Lottmann, su mejor biógrafo, que considera a Verne un viajero únicamente libresco y, sin embargo, parece que realizó algunos cruceros por el Mediterráneo y viajó a los Estados Unidos, así como a Escocia, Irlanda y Noruega. Lo cierto es que lo más importante de su vida transcurrió entre libros, manuscritos y publicaciones científicas de las que fue un minucioso lector. Porque una de las características de J.V es, ya lo he dicho, un cienticismo puntilloso y eso, unido a su carencia de perspicacia psicológica (aunque maneja los estereotipos con gran soltura), le convierten en un escritor de acción, eminentemente realista a pesar de sus extraordinarias previsiones.
Hay que recordar que el momento que le tocó vivir es el de los grandes descubrimientos técnicos: el teléfono, el fonógrafo, el submarino, el ferrocarril, pero también conoció los avances en las llamadas “ciencias sociales” que se produjeron por entonces: la antropología, la sociología, la filosofía de la historia y de las religiones. Tampoco retrocedió ante el reto de la política y se hizo eco del nacimiento de las ideologías conservadoras, liberales y socialistas, a las que no permaneció indiferente en su juventud. A mi entender, su mérito consiste en haber conseguido trasponer a un universo imaginario esos progresos, a los que muchas veces se anticipa con una lógica implacable que algunos confunden con clarividencia; su talento, haber creado y sobre todo descrito un universo en el que todo encaja a las mil maravillas y donde suceden cosas que resultan todavía más extraordinarias porque las contemplamos desde la impunidad de nuestra condición de lectores, como quien oye rugir la tempestad, amparado en la confortabilidad de su lecho.
Jules Verne, "La casa de vapor. Viaje a través de la India septentrional, Ediciones del Viento, traducción de Héctor López Gómez
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