En tinieblas edición, traducción y notas de Luis Cayo Pérez Bueno, prólogo de José Julián Barriga Bravo y nota preliminar de Jacques Petit. Escuela Libre Editorial (Fundación ONCE), Madrid
El escritor francés León Bloy (1846-1917) fue un marginal que vivió en una miseria indescriptible, rodeado de una verdadera conspiración del silencio. Su carácter insoportable consolidaba dicha marginación. Fue uno de los máximos atacantes del naturalismo –concretamente se cebó con Zola– y fustigaba en los periódicos el materialismo, la democracia, el positivismo. A pesar de que era un católico acérrimo, criticó lo que él llamaba “el conservadurismo del Vaticano” y no dudó en reprochar al papa Benedicto XV que no condenara a Alemania durante la guerra. Para colmo era un nacionalista, mejor dicho un chauvinista desenfrenado.
La personalidad de Bloy es desmesurada, antiburguesa, antimaterialista, apocalíptica y su estilo literario –rabiosamente francés– se puede rastrear desde Rabelais hasta Céline y Bernanos. Bloy iba para pintor pero conoció a Barbey d’Aurévilly que le reconvirtió al cristianismo y le inició en la prensa conservadora y religiosa de la época. Otro de sus ídolos fue Villiers de L’Isle Adam y, a pesar de inevitables divergencias, Verlaine y Baudelaire. Odiaba a Zola, a Huysmans y a Paul Bourget. Borges, que lo incluyó en su Biblioteca de Babel en 1984 (Cuentos descorteses) lo calificó de “francotirador insufrible o espléndido”. Sus novelas son autobiográficas y en ellas da rienda suelta a su angustia y a su espíritu atormentado, pero quizás lo más conocido sea su diario, en ocho volúmenes con títulos como El Mendigo ingrato, Mi diario, El peregrino de lo Absoluto, todos ellos publicados en español. Su obra es polémica, insultante y a la vez mística, con el vocabulario barroco e hiperbólico del visionario.
Este texto es su último panfleto y lo terminó de escribir en vísperas de su muerte, en 1917, en plena Guerra Mundial. Tiene un añadido final titulado “El ciego de nacimiento” que trata de la ceguera universal y la luz universal con la que el cristianismo la ilumina, con lo cual se justifica su inclusión en esta colección sobre temas literarios relacionados con minusvalías. A pesar del silencio que rodeó a Leon Bloy en vida, sus libros son leídos constantemente y figura en todas las historias de la literatura francesa. Francisco Ayala tradujo para Losada más de la mitad de su obra y también lo publicaron Desclée de Bouwer y José Janés, entre otros.
(Libertad Digital, 4 de noviembre de 2000).
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