(La Gaceta de los Negocios, 4 de enero 2000)
Borges, siempre contundente, decretó en 1977 que no había en España una personalidad literaria como Lugones, a quien ponía muy por encima de Machado y Juan Ramón Jiménez. En esto Borges se mostraba un poco local. Lo saco a relucir a propósito de los balances de un fin de año que se ha pretendido convertir en fin de siglo e incluso de milenio, aunque todavía nos quede un año entero para asimilar ambos tránsitos. Según el medio y el país, las listas de los literatos más importantes del siglo barren para casa de forma descarada. Y es natural, como también lo es que casi todos incluyan a Borges.
Sin embargo, las listas de las figuras más relevantes del siglo son más universales. Los más citados son Einstein, Roosevelt o Churchill, pero, curiosamente, no se menciona a alguien tan contagioso como Freud. Hay que reconocer que el «hechicero» de Viena (así lo llamaba Nabókov, su gran detractor) ha tenido, para bien y para mal, una influencia enorme en nuestro siglo. Incluso creo haber leído en alguna parte que él mismo, ante el apoteósico recibimiento del que fue objeto en América, al final de su vida, le dijo a Jung, que le acompañaba, con su característica ironía: «No saben que les traemos la peste». Ojalá fueran así todas las pestes. La verdadera peste se estaba incubando en la vieja y desmembrada Europa, de la que él había tenido que salir huyendo.
Ahora, a la vista de lo que otra vez ocurre en los Balcanes, de lo que sucede en Chechenia y a la vista de las actitudes separatistas de algunos españoles que se creen hechos de otra pasta, yo me pregunto si la verdadera peste de nuestro siglo, la que se empezó a incubar a raíz de la primera guerra mundial y cerró definitivamente el siglo XIX alumbrando el XX, la que después causó la muerte fría y calculada de millones de seres humanos en los campos de exterminio nacionalsocialistas y en los campos de concentración comunistas, acabará definitivamente, dejándonos al fin libres de entrar en el que, entonces, podríamos cabalmente llamar el siglo XXI.
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