(Publicada en La Gaceta de los Negocios el 17 de julio de 2000)
Nada hay más contagioso que las enfermedades del lenguaje. Una de ellas es la que se conoce por lo políticamente correcto. Es tal su virulencia que ya no se pueden pronunciar ciertas palabras sin sentir una innecesaria mala conciencia. Por ejemplo, que tengamos que decir subsahariano o afroamericano en vez de negro es una distorsión del lenguaje, al que obligamos a nombrar las cosas de acuerdo con una nueva e impostada percepción del mundo –por eso al distorsionar el lenguaje distorsionamos el mundo. No importa de donde proceda en realidad el negro al que así privamos no sólo de su cualidad de negro sino de su nacionalidad. No importa la verdad.
Es el tan cacareado poder corruptor del lenguaje. Los totalitarismos y los nacionalismos bien lo saben. Por ello, para no tener que nombrar las cosas que les molestan y todos esos términos cuyos conceptos no convienen a su singular percepción del mundo, algunas autonomías (curiosamente llamadas históricas) las han apartado de su lenguaje o las han suplantado, deformando esa historia a la que de manera tan desviada se aferran.
La prueba es la oleada de protestas que ha levantado el informe de la Academia de la Historia en el que se demuestran lo extremos a los que puede llegar la manipulación política y su triste secuela: la ignorancia. La verdad escuece y la historia, para algunos, sigue siendo una pesadilla de la que quisieran despertar (la frase es de Joyce y aunque situada en otro contexto resulta sumamente eficaz).
Sin embargo, para otros es, como para Cervantes “émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir” y todas esas cosas que los nacionalismos desean inútilmente abolir. Pero ya lo decía Heráclito: ¿cómo ponerse a salvo de aquello que jamás desaparece? Claro que también dijo que “la naturaleza aprecia el ocultarse” y eso es precisamente lo que desean todos los que saben que no tienen razón. Porque ellos son naturaleza, no historia.
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