La Gaceta de los Negocios, 24 de mayo de 2002
El otro día se quejaba un amigo de que una mala traducción le había hundido el placer de la lectura de cierto libro muy famoso y me preguntaba si no sería pertinente devolverlo a la librería donde lo había comprado. Aunque esto plantea cuestiones de gran calado sobre los criterios de control de calidad en las editoriales, mi respuesta fue categóricamente negativa. Desde luego sería un disparate, algo parecido a devolver el libro porque no te gusta lo que te cuenta, como si devolvieras un plato mal cocinado, o en mal estado en un restaurante. Tampoco te devuelven la entrada de un espectáculo que te ha defraudado, o desagradado, aunque a veces se oigan voces reclamándolo.
En las librerías y en los espectáculos para aceptar devoluciones sólo se consideran determinados aspectos, muy materiales, como que el ejemplar esté deteriorado, en el primer caso, o que se suspenda o retrase la función en el segundo. Poco más. Pero si un libro o una película te han deprimido, asqueado, o decepcionado tienes que fastidiarte e intentarlo con otros, como en las relaciones sentimentales. La prueba es que en las librerías el único libro que no hay es el de reclamaciones. De haberlo, tal vez sería de los más interesantes y veríamos reflejadas pasiones y sentimientos más enrevesados que en las ficciones. En cualquier caso, sería un documento de hermenéutica literaria y social de primer orden.
Se me podrá objetar que un libro mal traducido sería tan inoperante en una biblioteca como si tuviera las hojas en blanco. Pasaría lo mismo con un libro mal escrito. La traducción es un proceso creativo, una forma de escritura y, como tal, comparte con esta última la falibilidad y la arbitrariedad de todo lo que tiene que ver con el espíritu. Sus posibles fallos no son cuantificables, desde el punto de vista material, en términos de resultados. Te devuelven una lavadora si no funciona, o un televisor si no se enciende, pero jamás lo harán porque la posesión del mando a distancia te cause disturbios domésticos que puedan llegar al divorcio. Al menos por ahora.
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