El otro día un conocido con el que coincidí en un sarao literario de obligado cumplimiento, como se hablaba en el corrillo de presentaciones, firmas y lecturas públicas afirmó sin contemplaciones que detestaba el día del libro. «¿Pero cómo? -le dije muy asombrada, pues se decía que había renunciado a casarse para no perder su biblioteca- ¿qué tú odias los libros?». Me miró con mucho desprecio por no haberle entendido a la primera, pero condescendió a explicarse. «Precisamente, porque los quiero más que a nada en el mundo, detesto el día del libro». Y empezó a hacer tales asertos, a proferir tales descalificaciones, que muchos de los presentes se sintieron muy ofendidos porque sus palabras atentaban contra nuestra supervivencia como autores y, en algunos casos como el mío, autores recién publicados.
Por ejemplo afirmó que los editores (salvo dos o tres) no tienen más criterio que el puramente comercial, que cuantos más libros se publican menos se lee -y admitir que esto es consecuencia de lo anterior es admitir que la mayoría de los libros son ilegibles- que ya no hay libreros (también un par de excepciones) sino cadenas de librerías masificadas e impersonales que contratan a estudiantes desinformados, y en cuanto a los autores (aquí la mirada se volvió turbia) están dispuestos a cualquier espectáculo cirquense con tal de que se les haga caso y nada os gusta más (aquí personalizó) que pillar uno de esos premios pactados de antemano y sancionados por un corifeo de críticos supuestamente independientes. «¡Qué queréis que os diga! -concluyó con prisas porque tenía que ir a la presentación del libro de otro amigo- si tuviera que leer todos los libros que publicáis, retrasaría, tal vez para siempre, la lectura de muchas obras importantes del pasado que aún tengo pendientes y eso me enfurece».
Y nos dejó con el canapé en la mano, pensando que en esta vida todavía hay gente que se atreve decir lo que le viene en gana lo cual puede resultar, a veces, sumamente desagradable.
(Publicado en La Gaceta de los Negocios, el 23 de abril de 1999 con el título de "Día del Libro").
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