¡Qué felices éramos los cuatro gatos en torno a la obra, a veces la persona, del escritor admirado! Mas un día, alguien ajeno al cenáculo lo descubrió y lo popularizó. Surgió entonces una legión de admiradores incompatibles con su obra a la que trivializaron y devaluaron con sus manidos adjetivos y sus interpretaciones espurias. Recomponer dicha exclusión, alejar a esos intrusos de nuestro territorio acotado, es ahora nuestro principal objetivo, orgullosamente elitista.
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