(Publicado en TheObjective.com el 27 de mayo de 2021)
El pasado lunes se presentó el libro de Henry Friedlander Los orígenes del genocidio nazi. De la eutanasia a la solución final (Ediciones Cinca), traducido del inglés por Borja Folch.
Es muy de agradecer la ingente labor que ha significado traducir y publicar esta obra fundamental para intentar entender lo que supuso ese espanto dentro de los horrores del «Feroz siglo XX», como tituló Robert Conquest su ensayo sobre la destrucción de las ideologías, aún no traducido al español.
La eutanasia, la eugenesia, el derecho a elegir la propia muerte (por cierto, entre los partidarios de la muerte asistida pocos aceptan como tal morir cuando te toque o cuando Dios quiera), es un tema que a nadie deja indiferente.
Koestler, reconocido anti totalitario, autor de la famosa «tesis Rubashov», a quien Orwell definía como «un pesimista a corto plazo»,había fundado Exit, una sociedad para la muerte voluntaria. Enfermo de Parkinson, se suicidó a los 77 años en Londres el 1 de marzo de 1983 junto a su mujer de 56, que estaba en perfecto estado de salud; desconcertante decisión la de ella que originó cierta polémica en aquel momento. Desde siempre, y en las legislaciones que consideraban estos casos como asesinatos, ha habido numerosos juicios contra aquellos que ayudaron a morir a parientes o amigos que se lo habían pedido.
Estas decisiones individuales, podrán parecernos objetables o no, pero no son comparables en peligrosidad con la aplicación sistemática e ideológica, por parte del Estado, de una política de eugenesia selectiva e implacable como la llevada a cabo por los nazis, o nacionalsocialistas, como no deja de señalar Henry Friedlander en su esclarecedora Nota sobre el lenguaje.
El autor se detiene a examinar las teorías científicas eugenésicas y de higiene racial, tanto en Estados Unidos, en Gran Bretaña y Alemania, como caldo de cultivo necesario para que luego, con el triunfo del Partido Obrero Nacional Socialista Alemán en 1933, fuera posible la implementación de la utopía de la higiene racial. En julio de 1933 se promulgó la llamada Ley de Esterilización que sirvió como modelo hasta 1944 a toda la legislación eugenésica por medio de la cual se introdujo la esterilización obligatoria para personas que presentaban distintos trastornos mentales y físicos y definió los grupos que debían ser excluidos de la comunidad nacional. Se trataba de la «destrucción de la vida indigna de vida» o vidas sin valor.
Es muy grande la tentación de querer proyectar en el presente algunas de las tendencias investigadas en esta monumental obra, y aún más pensar en sus posibles repercusiones en el futuro, pero quienes creemos en la evidencia del mal sabemos que «el vientre del que ha surgido la bestia inmunda sigue fecundo», siendo la bestia no un dictador determinado o un iluminado que toma el poder, sino el Estado.
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