El pasado 22 de junio tuve el honor de participar en un ciclo de conferencias organizado por el Instituto de Estudios Madrileños, una institución que, como "madrileña rabiosa", siempre admiré, llegando a tener una magnífica colección de sus numerosas y extraordinarias publicaciones. Sus fundadores fueron Cayetano Alcázar Molina, Luis Araujo-Costa Blanco, Joaquín de Entrambasaguas, Ernesto Giménez Caballero, Agustín González de Amezúa (primer director), Enrique Lafuente Ferrari, Luis Moya Blanco y José Simón Díaz.
Entre sus miembros han figurado y figuran personalidades como el polígrafo Juan de Contreras y López de Ayala, marqués de Lozoya; el antropólogo Julio Caro Baroja; el historiador Antonio Domínguez Ortiz; el arquitecto Secundino Zuazo; los académicos Antonio Bonet Correa, Vicente Palacio Atard, Fernando Chueca Goitia o Pedro Navascués; los escritores Ramón Gómez de la Serna, Rafael Sánchez Mazas, Federico Romero Sarachaga y Jacinto Benavente; la paisajista Carmen Añón Feliú; los periodistas y cronistas de la Villa de Madrid Enrique de Aguinaga y José del Corral Raya.
Pues bien, aquí va mi contribución a ese ciclo, que titulé "Doña Emilia, estampas madrileñas", y que forma parte de los numerosos eventos que se están realizando este año para recordar el centenario de la muerte de esta luminaria de las letras españolas que fue la, condesa de Pardo Bazan: chotis, caricaturas, chistes, testimonios favorables y adversos, controversias, viajes, moradas, vestigios de su presencia... Esto es lo que hay y ya no tiene remedio. Miento: que luego se publica en los Anales del I.E.M.
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