agosto de 2014. Ocho meses jubilada
"Elle est retrouvée
Quoi? L'éternité.
C'est la mer allée
Avec le soleil.
A. Rimbaud
Es asombrosa la forma en que podemos malgastar el tiempo los humanos. Y a fe que yo lo consigo de manera admirable. Te levantas, te das la vuelta y ya estas comiendo, despiertas de la siesta, te mueves un poco y ya es de noche. Otro día más que hemos comido, como decía mi abuela Justa, otro día más que hemos perdido, corrijo yo.
Cuando inicié este tipo de vida, llena de entusiasmo, con la idea de que tendría todo el tiempo del mundo, de que "ya estaba en la eternidad", empecé a tomar una serie de notas en un cuaderno que quería especial, pero que se ha convertido, como todos los que se utilizan para esas cosas, en un totum revolutum, una especie de zurrón sin fondo, de bolso de mujer en donde todo cabe y en donde todo se pierde. Las escribía en los autobuses, en las salas de espera, en donde tuviera ocasión de hacerlo, nunca en casa, porque entonces lo habría hecho en el ordenador.
Pero resulta que como la eternidad no termina nunca, te suele dejar congelada en un único instante repetido de manera tan idéntica que acabas no sabiendo en qué día estás. La eternidad es una cinta continua que se despliega en el espacio y prolonga el tiempo. De pronto estás en ella sin darte cuenta de cuándo has subido, tampoco sabes cuando bajarás, a no ser que te tires en marcha. Esa cinta no puede detenerse, atraviesa el espacio, el de vida y el de muerte. Se entra en ella al nacer pero nadie te asegura que bajes de ella al morir porque su discurrir es infinito. Los actos repetitivos son un remedo de la eternidad, si pensáramos en ellos, en lo que significan, en por qué se repiten, enloqueceríamos.
Porque el rito perpetúa la urgencia. Es un contrapunto y una convención: días, horas, minutos, semanas, meses, años, para pasar ese tiempo que corre sin parar como el cauce de un río, siempre adelante, tic, tac. . El espacio por el que nos ha tocado pasar es la época por la que transitamos y viceversa. Es una etapa, sí, en el que la vida interactúa, pero no se puede dar marcha atrás.
La eternidad, tiempo en el espacio confinada, formamos parte de ella indefectiblemente, caminamos por la eternidad, tiempo a través. ¿Quién se mueve? ¿el espacio o el tiempo? Al subirnos a la cinta no sabemos realmente lo que hacemos, la repetición es nuestro referente del paso del tiempo. Somos espacio inamovible, el tiempo es lo que pasa. Ese discurrir de la cinta, ¿afecta a nuestra estructura física sólo por el efecto del tiempo?
Mi plan de eternidad consiste en no inmutarme ni apresurarme por nada. Lectura de signos, predestinación. Leo a un autor chino, Quiao Xiaolong, y se me abre el apetito de lo asiático, incluido el apetito por su comida, que es complicada y cruel. El autobús en el que iba el otro día se detuvo frente a un restaurante tailandés. Soy osada y pido exóticos manjares. Se trata de experimentar con lo eterno y los asiáticos saben mucho de eternidad.
Hoy, segundo día del Congreso de la Pardo Bazán, nada asiática, por cierto, pero estoy delante de su monumento, que a su vez está delante del palacio de Liria, residencia de los duques de Alba. Yo tampoco soy muy asiática, pero desde que leí El Viaje al Oeste me quedé prendada. Una laguna quieta en la placidez de una noche de luna… no en vano su forma plástica preferida es la estampa, tiempo congelado en estado puro. Después vinieron Robert Van Gulik, Victor Segalen, Simon Leys... “la eternidad y el espacio se cruzan con el tiempo, y es ahora”.
.......
¡Han encontrado al fin la eternidad!
¿Dónde?
En esa esquina en la que
el mar se topó con el sol
y nos fugamos.
Variación sobre una misma murga dedicada a un tal Rimbaud, traficante y poeta a sus hora
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