¡Ahora comprendo aquello que oía decir a mis padres en los cincuenta cuando aludían a los precios de "antes de la guerra"! Por eso hemos decidido acercarnos al campo a ver cómo podemos conciliar lo de la doble residencia en estas farragosas circunstancias.
Los narcisos nos saludan nada más entrar en nuestra "caaasa", como decía E.T, donde los frutales están en flor y la forsitia apunta maneras. La primavera ha venido, todos saben cómo ha sido...
Con los desbarajustes de la guerra va a haber que pensar en la supervivencia a largo plazo. Como aquí las patatas, los tomates, los calabacines y las judías verdes se dan muy bien, añadidos a las ciruelas, peras, manzanas y fresas que ya tenemos, si compramos un par de gallinas y una escopeta para defenderlas podremos resistir el asedio.
Me propone un vecino que mejor okupemos entre unos cuantos un terreno abandonado desde hace más de medio siglo en la colonia y nos montemos una granjita con gallinas ponedoras, gallo violador, patos, conejos, dos vacas lecheras y una ametralladora. ¡Habrá que pensarlo!
Consultado el personal, el sector más reaccionario considera que lo prudente sería comprar varias ametralladoras y amurallar la colonia con torretas estratégicas donde colocarlas.
En cuanto al sector liberalio, más reducido, lo único que les preocupa es el maltrato y la explotación animal de los semovientes estabulados, y expresan su temor a que las armas se usen para cazar jabalíes, que todavia abundan. ¡Gran idea! No hay nada como el contraste de pareceres.
Hemos decidido que este verano, cuando estemos todos y veamos como evoluciona la guerra, someteremos a votación esas propuestas.
Les mantendré informados.
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