Hace apenas unos días lancé una propuesta para enfrentarnos en nuestras posesiones rurales a una posible carencia de alimentos debido a la guerra y la respuesta no se ha hecho a esperar, aunque de forma muy desconcertante, por no decir inquietante.
Los partidarios de endurecer la resistencia insisten más en el rearme defensivo que en la urgente adquisición de semillas y otras materias primas, indispensables para la inminente siembra de vegetales y crianza de animales.
Proponen requisar las escopetas de los cazadores (que hay bastantes) y algunos artículos de pirotecnia que sobraron de las fiestas y que dicen saber quién se los los ha quedado.
Otros se preguntan si las amenas y fértiles zonas de esparcimiento de la colonia, donde pensamos cultivar e instalar nuestras granjas, se podrían considerar terreno urbanizable y si se podrían alquilar o vender a elementos extraños.
Mal empezamos. ¡Señores, que no se trata de lucrarnos, sino de alimentarnos!
Creo que esto se me está yendo de las manos.
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