Publicado en TheObjective el 14 de octubre de 2021
Algunos lectores, alentados por mis crónicas rurales, han tenido a bien comunicarme sus experiencias para que las transmita a un público más amplio que el que suelen tener a la hora de comer, y por mi correo electrónico han pasado conmovedoras crónicas culturales que les ahorro en aras de la paz doméstica de esta nuestra dilatada piel de toro. Las había sobre conciertos de dulzainas y de campanas, concursos de pintura y de poesía, e incluso hay quien se ha atrevido a pedirme consejo para publicar esos cuentos ocultos que todo el mundo acomete tarde o temprano con la loca esperanza de convertirse en un escritor importante.
La culpa la tengo yo por alardear de mis conocimientos editoriales e inducir a engaño sobre mi capacidad de decisión e influencia en la sociedad lectora que, a la vista del trabajo que me está costando colocar mis propios libros les puedo asegurar es nula. Si ni siquiera en mi época de mayor influencia pude ayudar a Gonzalo Semprún –el hermano mayor de una destacada saga de escritores y políticos– que me mandó sus memorias, a pesar de que estaban mejor escritas y eran más interesantes que las de muchos de los pelmazos que ganan premios por encargo, menos puedo influir ahora que ando medio retirada del mundanal ruido.
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https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2021-10-14/leyendo-cruz-cuestas/
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